La actriz, hija del director Ron Howard, creció en Hollywood, ha actuado en ‘Jurassic World’, dirigido ‘The Mandalorian’ y ahora protagoniza ‘Argylle’, una película de espías del creador de la saga ‘Kingsman’
Idoia Sota – EL PAIS (3 de febrero de 2024)
“Todo lo cómoda que estoy en el set lo estoy de incómoda en la alfombra roja”. Bryce Dallas Howard (Los Ángeles, 42 años) estrena ahora su nueva película, Argylle (el 2 de febrero en cines, antes de llegar a la plataforma de Apple TV +), y se encuentra en la fase que menos disfruta de todas: la promoción. “Siempre he tenido un poco de síndrome de la impostora, porque yo representé el papel, pero luego pienso ‘Matthew [Vaughn, el director] es la persona con la que hay que hablar de la película, o Jason Fuchs [guionista y productor]”. Howard interpreta a Elly Conway, una escritora de novela negra, algo misántropa, para quien un día perfecto consiste en estar en su casa con su gato, Alfie. Este es de entre todos los papeles que la actriz ha encarnado (Claire Dearing en la saga Jurassic World o la idealista Grace en Manderlay, de Lars von Trier, entre otros muchos), el que mejor la representa: “Soy 100% una cat lady”.
En Argylle, la cat lady se ve forzada a convertirse en una cat woman y vivir las aventuras de espías de sus personajes. Del mismo modo que en la vida real Howard debe enfrentarse a los focos “al menos una vez cada dos años desde 2004″, cuando realizó su primer tour de prensa. Y eso que ella y sus hermanos conocen ese mundo desde niños, gracias a su padre, Ron Howard (director, productor y actor, ganador de dos Oscar por Una mente maravillosa, amigo de George Lucas desde American Graffiti y director de Solo en el universo Star Wars), y a su madre, la escritora y actriz Cheryl Howard.
Durante su infancia, sus padres intentaron que no se viera envuelta en el lado de la industria que tiene que ver con la fama. ¿Cuándo descubrió que venía en el pack?
Un día, con 11 años, Tom Cruise caminaba a un metro y medio por delante de mí y de repente una horda de gente se lo comió. Ahí me di cuenta de lo que la fama podía hacer. El equipo de seguridad lo perdió y tuvieron que bucear entre el gentío y tirar de él para sacarlo. Pasé miedo por él, hasta el punto de que el recuerdo es muy vívido; pero también comprendí que estas situaciones no surgen de un sentimiento negativo, sino del entusiasmo.
Dice que la alfombra roja le hace sentir más incómoda que el set, pero ha contado que trabajar con Von Trier le dio acné y el papel de una ama de casa segregacionista en The Help le provocó un fuerte dilema moral. ¿Cómo elige sus papeles, dónde están las líneas rojas?
Pienso mucho en esto. Por ejemplo, yo no soy la persona para trabajar en un proyecto sobre un asesino en serie. Esto podría cambiar, pero exponerme psicológicamente a la maldad no es para mí. No sé si tiene que ver con ser madre, pero hasta donde me conozco y puedo conectar con mi equilibrio mental y mi sistema nervioso, no es saludable para mí viajar ahí, porque me meto en los papeles hasta el fondo. No quiere decir que no pueda haber escenas espeluznantes, por supuesto.
¿Incluso si debe trabajar con alguien de mente retorcida, como presenta la nota de prensa a Matthew Vaughn?
[Ríe] Lo divertido es que Matthew vino a contarme lo nervioso que estaba el equipo de marketing al presentarle esta idea. Y a él le parecía perfecta. Tiene sentido porque cuando ves una película de Matthew Vaughn [director de Kick-Ass o la saga Kingsman] no sabes qué esperar; su capacidad de innovar con el storytelling desde el punto de vista cinematográfico y de redefinir los géneros es revolucionaria y, además, su trabajo es una extravagancia visual, algo salvaje. Una de las razones por las que quise embarcarme en este proyecto fue, de hecho, poder aprender de él.
Usted creció entre bambalinas, se codeó con iconos generacionales como Akira Kurosawa o Francis Ford Coppola.
La relación que tengo con mi padre es muy especial. Él nos acercó desde pequeños a la parte de la industria que tiene que ver con el oficio, con la producción, con el equipo que hay detrás de las cámaras, y llegamos a tener un entendimiento muy profundo de en qué consistía su trabajo. Es, sin duda, un privilegio.
A propósito de las generaciones, nació en 1981, forma parte de esa generación frontera que aún no sabemos si es X, xennial o milenial.
Somos los mileniales mayores y yo me tomo muy en serio ese papel. Creo que uno de los términos que podrían usarse para describir mi quinta es ‘mileniales geriátricos’. Debo decir que pienso sobre esto muy a menudo y no estoy sola: pienso en mi infancia y siento una nostalgia profunda por un mundo en el que no estamos permanentemente conectados con todo. Necesito sentarme con mi curiosidad y mis pensamientos. Soy una rata de biblioteca. Pienso en términos del sistema Dewey de clasificación, por ejemplo [una metodología ideada por el bibliotecario Melvin Dewey que permite añadir libros a una biblioteca agrupándolos por temática]. Las bibliotecas son como un santuario para mí y el lugar donde me siento más feliz.
¿Ha modificado el uso de la tecnología su capacidad de concentración en un libro o en un guion, por ejemplo?
Prepararse un papel implica mucho tiempo de reflexión; pensar en el personaje, explorar sus posibilidades, mucho tiempo de ensoñamiento, que no es posible con un móvil al lado. Por eso, tengo una serie de normas que me he impuesto, como no mirar el teléfono o no entrar en el ordenador cuando estoy en un rodaje, o dirigiendo. Me he propuesto estar muy presente y dedicar toda mi atención a lo que estoy haciendo. Y he descubierto que la capacidad de absorber, de aprender, cuando haces eso es mayor.
Además de conocer a George Lucas, ha dirigido a baby Yoda en algunos capítulos de la serie The Mandalorian. Quizá pueda resolver el eterno debate: ¿cuál es el mejor orden para ver las películas de Star Wars?
[Ríe y resopla] Esa es una pregunta difícil de responder. A mis hijos, que nacieron después de las precuelas, les recomendaría comenzar por esas precuelas [La amenaza fantasma, El ataque de los clones, La venganza de los Sith]. De ahí iría a las películas antiguas y luego continuaría hacia adelante. A mi cerebro le gusta seguir un orden cronológico. Pero también tiene un valor ver las películas en el orden en el que fueron hechas. Depende de la persona, creo que no hay un orden correcto o incorrecto de ver la saga.
Dirige, produce, actúa… ¿Se ven empujadas las mujeres en el cine a meterse en la parte de producción para poder sobrevivir en la pantalla una vez cumplidos los 40, como han denunciado algunas actrices?
Hace poco escuché a Meryl Streep pronunciar un discurso en el que decía que ella no es una artista polivalente. Y sin embargo tiene una carrera cinematográfica como actriz absolutamente modélica. Dirigir, producir, actuar, escribir, todas ellas son disciplinas que representan un enorme reto y no estoy de acuerdo con que alguien deba sentirse en la obligación de cubrirlas todas para poder decir que domina el oficio. Pero en lo que a mí respecta creo en crear trabajo para los compañeros y para una misma.
A qué productoras admira.
Dos de las que más me gustan son Octavia Spencer y Viola Davis. Mucha gente tiene trabajo gracias a Spencer. Ellas son esa clase de personas que hacen que las cosas sucedan.