«El taller de escritura»: Los límites de la ficción están en la calle

Laurent Cantet vuelve a dar voz a la juventud para poner frente al espejo a la sociedad europea actual

Fernando Muñoz – ABC (18 de mayo de 2018)

«Desconfío del juicio categórico de cómo piensan los jóvenes», asegura el cineasta francés Laurent Cantet. Curiosa afirmación para uno de los pocos directores que se ha adentrado en el universo expansivo y explosivo de la juventud y ha salido indemne. Lo hizo en «La clase», que le valió la Palma de Oro en Cannes y la nominación al Oscar, y ahora repite en «El taller de escritura».

De la mano de su inseparable Robin Campillo –otro premiado director que aquí actúa como guionista–, Cantet se lleva a un grupo de posadolescentes a La Ciotat, un lugar con tanta nostalgia del pasado como hastío por el futuro. Ahí, en ese lugar antaño efervescente de industria y lucha sindical, hoy solo quedan los huesos oxidados de las fábricas y los sueños rotos de una revolución cuyos frutos recogen los extremismos. Y en ese contexto aparece Olivia, una muy burguesa y muy parisina escritora que imparte un taller de escritura al que los jóvenes se apuntan para escaquearse de otros «servicios a la comunidad» menos agradables.

Con vistas a la Costa Azul de Marsella, el grupo comienza a desarrollar el planteamiento de una novela negra trufada de los lugares y ambientes que les rodean. Entre ficcionados crímenes pasionales o de la mafia se escapan reflexiones sobre la multiculturalidad, la política, el sistema educativo y hasta el respeto por las generaciones pasadas. «La película me ha permitido prestar atención a los mecanismos de seducción de los extremismos», explica a ABC el cineasta en su reciente visita a Madrid. «El aburrimiento y la ausencia de perspectivas hace que estos jóvenes sean vulnerables a la llamada de los extremismos, que les ofrecen crearse una identidad», alerta Cantet, que mezcla a jóvenes musulmanes de mecha corta con caucásicos atraídos por la violencia de la extrema derecha.

Entre ellos destaca Antoine, cuyos límites en la realidad se difuminan mientras avanzan los de la ficción. La violencia crece en su vida y en la novela y nada parece frenarlo, ni siquiera una admiración por su tutora que se torna en obsesión. Un retrato individual con el que Cantet bosqueja su visión de Europa: «Creo que el miedo al otro está en la sociedad. Y cada vez somos más conscientes de que nos enfrentamos a un capítulo de la historia impensable hace diez años», sentencia.