Me toca: “Nuestro imaginario, el imaginario de Spielberg” por Carlos Infante (ESTRELLAS EN LA NOCHE)

Uno de los iconos del cine de los años 80 es sin duda Steven Spielberg, al menos de lo que se conoce como ‘cine ochentero’, bien como director, bien como productor. Pasado el tiempo, ya entrados los 90, el popular director dejó de lado las producciones dedicadas al entretenimiento puro para adentrarse en el cine de calidad, con un ‘clasicismo’ cinematográfico evidente y abordado temas siempre de enjundia e interés, profundos, sin mantenerse al margen de lo narrado. Ahí llegaron sus mejores películas, la última Los papeles del Pentágono, una maravilla, una lectura sobre la función de la prensa y la defensa de la libertad. Pero nunca aparcó del todo sus orígenes, ni el ‘niño’ que siempre ha llevado dentro y que convive con el adulto comprometido y el empresario de éxito ‘casi’ asegurado.

Ahora nos presenta este Ready Player One, que podría ser como un ‘Matrix’ pero en bueno y ‘realista’ donde una sociedad, no muy lejana, opta por vivir una realidad virtual, alejada de su vida cotidiana y diaria, como forma de escape al tedio, sopor e inanidad de su existencia. Se pasan horas en ese ‘Oasis’ (curioso y acertado nombre del juego) donde pueden ser lo que quieren y lograr todo lo que desean y necesitan. No entraré en la crítica social, en la opinión sobre nuestro mundo, o el escapismo como medio de vida que no deja de ser una forma de nihilismo.

Y ese mundo virtual es un verdadero ‘oasis’ para el espectador. Repleto del imaginario común de varias generaciones, con continuas alusiones a las cultura pop de los ochenta en todas sus facetas, homenajes a si mismo incluidos, Spielberg nos regala más de horas de puro entretenimiento, con un ritmo trepidante, donde nada sucede al azar, y los espectadores de cierta edad recordamos un pasado cercano, tal vez idealizado, y las nuevas generaciones pueden descubrir algo que fue la base de la sociedad actual y el modo de vida actual en el que se desenvuelven cada día.

No voy a negar (de hecho lo afirmo sin reservas) que he disfrutado con la película en su totalidad, que me he divertido, que he recordado momentos de mi vida pretérita, que me ha hecho reflexionar sobre nuestro mundo y forma de vida, que Spielberg sigue siendo un maestro del cine (cuando vean la secuencia de El resplandor de Kubrick rediseñada lo entenderán) y que la película deja poso. No es impersonal, no es un desfile de fuegos de artificio (aunque los hay) vacuo para entretenimiento del espectador que sólo busca evasión y diversión sin pensar más allá de la imagen mostrada. Tiene contenido, mensaje y discurso más allá de la hipnótica imagen y puesta en escena, del colosal despliegue técnico, plástico y de diseño que, en algunos momento, apabulla e impresiona.

En resumen: Una excelente película, un divertimento, un emotivo homenaje a una época pasada que todos tenemos idealizada en cierto grado, y un mensaje que salta a la vista. Una nueva demostración de que Spielberg es de los mejores directores del momento, capaz de hacer de un film comercial de consumo y entretenimiento, una obra de autor con mensaje. La puesta en escena es formidable, todo el apartado técnico es impresionante y hasta Alan Silvestri (es la primera película de Spielberg cuya banda sonora no compone John Williams) cumple sin desmerecer del conjunto. De visión imprescindible.

Carlos Infante