¿Cómo se hizo El hombre que mató a Don Quijote (The man who killed Don Quixote) de Terry Gilliam

Érase una vez un joven e idealista estudiante de cine, Toby. Su gran logro, un remake lírico de la historia de Don Quijote encuadrado en un antiguo y pintoresco pueblecito español. Pero eso es el pasado, ahora Toby es un director de anuncios desilusionado y arrogante, que piensa mayormente en el sexo. El dinero y la fama le han desencaminado, y ahora hace malabares con la mujer de su jefe, Jacqui, una tormenta de dimensiones bíblicas, y su propio ego, mientras intenta completar el rodaje de un nuevo anuncio en España.

Hasta que un misterioso gitano se acerca a él con una copia de la película que Toby rodó cuando aún era estudiante: Toby se emociona y se marcha en busca del pequeño pueblo donde hizo su ópera prima hace tantos años. Para su gran espanto, su pequeña película tuvo efectos terribles en el pueblo aletargado; Angélica, la joven que personificaba la inocencia, ahora trabaja como prostituta de alto standing; el viejo que interpretó a Don Quijote se ha vuelto completamente loco y realmente se cree “el caballero de la triste figura”.

Una serie de accidentes culmina en un fuego que amenaza con destruir al pueblo entero. La guardia civil persigue a Toby, pero este es “rescatado” por el viejo loco, quien le toma por su fiel escudero, Sancho, y le lleva campo a través en búsqueda de su Dulcinea.

A lo largo de su odisea, Toby tendrá que enfrentarse a demonios, tanto reales como ficticios, modernos y medievales. Se rescatan a damiselas en apuros, hay justas, se ajustician gigantes, ¡y las mujeres tienen barbas! La realidad y la fantasía se confunden en este extraño viaje con final fantasmagórico.

Introducción

El rodaje tuvo lugar en localizaciones varias en España y Portugal, y en la isla canaria de Fuerteventura. “Empecé a trabajar en Don Quijote en 1989 y, a pesar de numerosos obstáculos, me emocionó que, 400 años después de la muerte de Cervantes, mi proyecto por fin se ponía en marcha”, declaró Gilliam. “Don Quijote es un soñador, un idealista y un romántico, decidido a no aceptar las limitaciones de la realidad, siguiendo siempre adelante a pesar de los contratiempos, como hemos hecho nosotros en España y Portugal, he encontrado todos mis lugares soñados y, por fin, voy a poder ofrecer la historia del caballero de la triste figura a un público contemporáneo”. Dice Mariela de Tornasol, “Cuando nos llegó por primera vez el proyecto a Gerardo y a mí y leímos el guión, nos pareció maravilloso, un guión grandioso y lleno de aventuras. Está el mito y está el aspecto icónico, además de la historia tras el proyecto y el personaje de Don Quijote”.

Amy Gilliam había trabajado en el intento fallido de Quijote en 2000, como miembro del departamento de cámara, y se obsesionó con asegurar que Quijote se convirtiese en realidad, siguiendo la pista de cualquier oportunidad de financiación, “sin importar la locura que sabíamos que era”. La pieza final de la financiación de El hombre que mató a don Quijote fue un acuerdo de participación negociado por Amy y que les proporcionó el dinero que les faltaba para poder hacer la película. La fuente fue Alacran Pictures, fundado por Alessandra y Giorgia Lo Savio. Dice Amy: “Alessandra y Giorgia conocían nuestro periplo, y creían en nosotros. Se dedican al proceso creativo, a las personas que quieren apoyar y a hacer que sus visiones se hagan realidad”. Las hermanas Lo Savio concuerdan: “No solo estamos orgullosas de ayudar a Terry a llevar esta obra visionaria a la gran pantalla, sino que estamos muy agradecidas por hacernos sitio en su mundo imaginario, una obsesión sin la cual no sabríamos vivir”. El coproductor Jeremy Thomas participa de su entusiasmo: “Todos los que estamos en Recorded Picture Company estamos emocionados por estar involucrados de alguna manera en cumplir el longevo sueño de nuestro amigo Terry”.

Filmar un clásico

“Creo que el problema del Quijote es que una vez que te enganchas al personaje, y a lo que representa, te conviertes en Don Quijote. Caminas hacia la locura, decidido a hacer que el mundo sea cómo te lo imaginas. Pero, claro, no es así”, Terry Gilliam

El hombre que mató a Don Quijote tiene detrás uno de los desarrollos más tortuosos y complicados en la historia del cine. El hecho de que, por fin, se haya completado, casi treinta años después de arrancar el proyecto, es un logro extraordinario, el resultado de la persistencia, la pasión, y la inspiración del director, Terry Gilliam. La finalización exitosa de la película se ha logrado al décimo intento. En 1989, al poco tiempo de estrenarse Las aventuras del Barón Munchausen, Gilliam propuso una idea a uno de los productores, Jake Eberts. Dice el director: “Nos apetecía hacer otra cosa juntos, así que llamé a Jake y le dije, ‘Tengo dos nombres para ti… uno es Quijote y el otro es Gilliam… y necesito 20 millones de dólares’. Y Jake dijo, ‘¡Hecho! Fue así de sencillo. Así que leí los libros. Varias semanas más tarde, acabé de leer los dos libros y me di cuenta… ¡de que no podía hacer la película!”

Después de hacer El rey pescador (1991), Doce monos (1996) y Miedo y asco en Las Vegas (1998) – tres películas enmarcadas y filmadas en Estados Unidos – Gilliam quería hacer una película en Europa. El nuevo proyecto se llamó El hombre que mató a Don Quijote. El director dice: “Al darme cuenta de que no podía rodar El Quijote cómo lo escribió Cervantes, me pregunté si acaso podría hacer una película que contase una historia que capturase la esencia de El Quijote, sin depender completamente de los libros”. Influenciado por los seis meses que había pasado intentando adaptar Un yanqui de Connecticut en la corte del rey Arturo de Mark Twain, se inventó el personaje de un joven y descarado director de anuncios – un hombre anuncios moderno – que nos lanza, de alguna manera, de vuelta al siglo XVII, donde don Quijote le toma por Sancho Panza.

Gilliam colaboró en el guión con Tony Grisoni, con quien ya había trabajado en Miedo y asco en Las Vegas. Grisoni recuerda: “El deleite de trabajar con Terry es que es como jugar muy duro. Recuerdo que representábamos las escenas de modo muy natural – leíamos las escenas, interpretábamos distintos personajes, y luego intercambiábamos. De ese modo, entendíamos el sentido de la escena, el timing y cómo funcionaban los chistes. Me llevaba el material, me ponía a escribir y luego le mandaba los resultados, y nos volvíamos a reunir. Esto le permitía tener la libertad de incorporar ideas, y no estar constreñido a los rigores de un guión”.

El hombre que mató a don Quijote arrancó por primera vez en otoño de 2000, pero el rodaje solo duró seis días con muchas dificultades. La primera semana en Las Bárdenas (Navarra, España) incluyó una riada y la presencia de cazas ruidosas. El quinto día, Jean Rochefort, el Quijote en esa versión de la película, abandonó temporalmente el rodaje debido a un dolor tan grande que le impedía montar a caballo. El rodaje se suspendió definitivamente después del sexto día. Y esta aventura dantesca fue capturada en gran detalle en un largometraje documental llamado Perdidos en La Mancha (2002).

La película quedó a la espera durante ocho años. En 2009, Gilliam y Grisoni retomaron el guión. Hicieron un gran avance, mejorando sustancialmente el guión. La primera mejoría fue dotarle a Toby de un trasfondo creíble – haber hecho una película de estudiante. Un segundo paso fue eliminar la parte de viajar en el tiempo, en vez de conocer al auténtico Don Quijote en el siglo XVII, Toby comparte aventuras con un anciano actor de su película estudiantil, que ahora cree ser el legendario caballero. Dice Gilliam, “Ahora el proyecto trata de películas y de hacer películas, de qué le hacen las películas a las personas que están involucradas en ellas. Nuestro hombre anuncio se ha transformado en alguien que hizo una película estudiantil hace diez años en un pueblecito de España. Cuando regresa al pueblo, pensando que será tan maravilloso y fabuloso como cuando trabajó allí la primera vez, descubre que cae mal a la mayoría de los habitantes del pueblo. Ha destrozado las vidas de mucha gente”. Gilliam reconoce: “Otra razón por la que nos hemos quedado en el mundo moderno es que es más barato que rodar una película de época en el siglo XVII. No tengo que preocuparme de quitar líneas de teléfono por todas partes. ¡Puedo tener una carretera moderna!” La pareja de guionistas ha hecho muchos cambios desde 2009, y Grisoni dice, “Creo que, de media, hemos vuelto a escribir el guión dos veces al año, a veces más, dependiendo de qué posibilidades había de que se volviese a poner en marcha la producción. Cada vez que parecía que había una posibilidad de ello, ¡recibía una llamada de Terry! Y ahora creo que tenemos un guión grandioso”.

Terry y reparto

“Trabajar con los actores es la parte más placentera de hacer una película”, dice Gilliam. “Sé cómo hacer la parte técnica y los efectos, eso ya no me sorprende. Sin embargo, los actores siempre me sorprenden”.

Estaba encantado cuando Adam Driver dijo sí a interpretar el papel de Toby, el protagonista. Toby es arrogante, falso y antipático a ratos. El héroe perfecto. Dice el director, “Adam es un actor extraordinario. Nos encontramos al inicio del todo y mi reacción fue inmediata, instintiva, pensé, este es el tipo. Tiene una cualidad única. Adam es un maestro de la reacción, y su ritmo es impecable. Es distinto a la mayoría de los actores, hay algo de “no actor” en él. Es una persona genuina, e interesante. Y se entregó completamente al papel”. A Driver también le entusiasmaba trabajar con Gilliam. Dentro del guión, y lo vi de inmediato, había capas y capas que revelar – y también sabía que era muy gracioso. Una manera muy original de contar la historia de Don Quijote. Acercándose de soslayo, me pareció muy ingenioso”.

Jonathan Pryce es Javier, el viejo Zapatero que se cree el caballero don Quijote. ¿Es verdaderamente el caballero de la figura triste, el último defensor de la caballerosidad y la gallardía…? ¿O simplemente un viejo loco? El director y el actor han colaborado en varias ocasiones y son viejos amigos. Gilliam dice, “Jonathan lleva esperando a interpretar este papel desde que nuestro primer intento se fue al garete. Pero yo creía que no encajaba en el papel. Era muy joven, y después estaba muy ocupado. Finalmente, ¡tenía caso 70 años y estaba disponible! No hago más que pensar que todos los papeles de Shakespeare que ha interpretado están presentes en este Quijote, desde el rey Lear pasando por Hamlet hasta Shylock. Y lo mejor de Jonathan es que es un gran cómico. Es increíblemente gracioso. Nunca le había visto divertirse tanto en el set”. Pryce bromea, “Creo que siempre fue el plan de Terry retrasar la película hasta que yo fuera lo suficientemente viejo para hacer de Quijote. Y así ha sido”.

Gilliam escogió a Stellan Skarsgård para interpretar al jefe de Toby, un empresario. Un hombre peligroso que guarda celosamente su esposa, Jacqui. “Stellan es otro actor con el que siempre he querido trabajar”, dice el director. “En cada película en la que ha participado, su presencia destaca por lo real que es. Nunca he sentido que haya nada falso en él, es asombroso haga el personaje que haga. Le pedí que interpretase al jefe, una especie de figura de padre para Toby, y a quién traiciona de varias maneras”. Lo que atrajo a Skarsgård al papel fue la peculiaridad del director. “El guión era muy Terry y, claro, me gustó. Me gustan los universos de Terry. Hace películas que no se parecen a las de nadie más. Seguramente habría aceptado interpretar el papel aunque no me hubiese gustado el guión, simplemente porque quería trabajar con Terry”.

Olga Kurylenko aparece en la película como Jacqui, la esposa del jefe. Difícil, malévola, carnal y deseosa de Toby. Dice la actriz, “Terry me mandó el guión y me encantó, estaba encantada de ser parte de esta película”. Gilliam está encantado con la interpretación de Kurylenko, dice “Nunca la había visto ser tan graciosa como es capaz de ser. Anoche, mientras rodábamos de noche, me tenía partido de risa. Es soberbia, mucho mejor que en cualquier cosa que la haya visto antes”.

Gilliam eligió a la actriz portuguesa Joana Ribeiro para hacer de Angélica, una chica española que participó en la película de Toby joven, y que ahora se encuentra en una relación abusiva con un magnate del vodka. Dice el director, “La primera vez que me reuní con Joana, sabía que había encontrado a Angélica. Es muy inteligente, latina, hermosa y peligrosa. Se enfrentó al difícil reto de interpretar a Angélica de joven inocente de 15 años y de Angélica ya de mujer forjada y golpeada por la vida. Creo que Angélica llegará a ser una gran estrella”. Ribeiro recuerda qué le atrajo del proyecto: “Soy fan de Cervantes, y de lo gracioso y triste que puede llegar a ser al mismo tiempo. Don Quijote trata de un hombre que habita su propio mundo, Las personas a su alrededor se ríen de él, son mezquinos con él. Sin embargo, ves que en realidad Quijote es el que es feliz de verdad, porque cree en su propio mundo. Lo que tienen las películas de Terry en común con él es la importancia de la imaginación”.

Gilliam ya le había echado el ojo a Jason Watkins para el papel de Rupert, el agente muy atento de Toby, desde hace muchos años. Rupert está ahí siempre, dispuesto a masajearle la espalda y el ego, pero también desaparece cuando las cosas se ponen feas. “Cuida de Toby, casi es su gurú. Sabe que Toby es la gallina de los huevos de oro. Y Rupert es ambicioso. Jason es un actor maravilloso, su ritmo es fenomenal y es capaz de llevar el peso de la escena incluso cuando él solo es una parte pequeña de la misma. Tiene el don de captar la atención y mantenerla, y es divertidísimo”. Watkins dice: “Simplemente estoy encantado de formar parte de este proyecto. Obviamente, han existido muchas encarnaciones de esta película, y yo he estado involucrado en la última, que se detuvo por un tiempo y luego resucitó, y me quedé con ella. Es un guión increíblemente colorido. A veces, no estás muy seguro de dónde estás exactamente, y luego te reencuentras. Y entonces empieza a ser muy poético, sobre todo hacia el final y lo único que te importa es Don Quijote. Así que, aunque es una mezcla muy rica y de locos, tiene un poder y una fuerza increíbles. A todos nos gustan las personas que intentan hacer lo correcto y que tienen sentido del honor”.

Gilliam estaba encantado de tener a Óscar Jaenada en el papel del misterioso gitano, dice: “Óscar es espectacular. Vi su interpretación de Cantinflas, el gran cómico mexicano. Cuando veo a alguien que resplandece, lo quiero, ¡y el hecho de que quisiera venir a jugar conmigo fue fantástico!” Nueve años después de conocerse en el Festival de Cine Internacional de Ibiza, el director llamó al actor, quien recuerda: “Me llamó y me dijo que había visto Cantinflas, y que quería que participase en la película. Cuando leí el guión, me quedé alucinado. Es un guión increíble. El gitano solo quiere arreglar los problemas, pero no sabemos por qué está allí. Es un comodín, ríe cuando debería llorar, y llora cuando debería reír”.

En el papel del granjero, Sergi López sintió que era un privilegio unirse al proyecto. Dice: “Cuando me llegó el proyecto, me emocionó. Sabía del proyecto viejo de Terry, y es un honor para mí estar aquí. Cuando leí el guión, me pareció que su escritura era excelente. Terry es un escritor muy hábil, y un cineasta maravilloso. ¡Así que es fantástico!” El director dice: “Sergi es simplemente un gran actor. Es increíblemente gracioso y peligroso. Aportó muchísima energía y se apodera del momento. En nada de tiempo pasa de terrorífico a patético. Es perfecto para este papel”.

La actriz española Rossy de Palma ya fue escogida en el intento de hacer la película en el 2000, y ha regresado para esta nueva iteración en el papel de la esposa del granjero. Dice la actriz: “Después de tantos años, no podía decir que no. Tenía que estar aquí con Terry, porque sé lo mucho que ha luchado para poder realizar esta película. Se merece todo nuestro apoyo. Esta es una película histórica. Hoy en día, necesitamos más Quijotes. Con los superpoderes de hoy en día, estamos en una era de monstruos, pero al menos tenemos este amor, este idealismo, la posibilidad de que el mundo cambie. Pienso llevar ese idealismo en mi interior. ¡Soy un poco como Quijote!” Gilliam estaba encantado de que la actriz pudiese regresar al proyecto, dice: “¡Rossy de Palma es una estrella! La cámara la adora, tiene una gran presencia. Es graciosa, rápida y le pidiese lo que le pidiese, lo interpretaba a la perfección. ¡Rossy y Sergi hacen una pareja maravillosa!”

Hovik Keuchkerian interpreta el papel del padre de Angélica, Raúl, el genial propietario del bar del pueblo. Antiguo campeón de boxeo de pesos pesados, se convirtió en cómico, escritor y actor – y ha sido nominado varias veces en la categoría de actor revelación incluyendo un Goya por su papel en Alacrán Enamorado (2013). Gilliam dice: “Necesitaba un hombre grande y fuerte para el papel de Raúl, propietario del bar y padre de Angélica. Hovik es grande y poderoso, pero también muy sensible, lo que le convirtió en un estupendo padre protector. El ritmo de Hovik en la película es impecable”.

El director escogió a Jordi Mollá para encarnar a Alexei Mishkin, un cruel oligarca ruso que disfruta con jueguecitos y manipulando a las personas – moviendo los hilos como nadie. “Adoro a Jordi Mollá”, dice Gilliam, “es peligroso y, al mismo tiempo, un ser humano muy adorable, y siempre había querido trabajar con él. Alexei es un monstruo, y Jordi es aterrorizador, con mucha intensidad y muy concentrado”. Mollá recuerda lo que se divirtió con Gilliam desarrollando el personaje que adopta un atuendo de todo menos convencional. “Lleva un traje impecable, pero lo completa con un sombrero tejano fantástico, un gran cinturón y botas grandes. Todo el mundo va vestido de época, ¡y yo estoy vestido de vaquero!”

El aspecto de la película

El hombre que mató a Don Quijote tuvo como diseñador de producción a Benjamín Fernández, que ejerció el mismo papel en el intento de hacer la película en el 2000. Terry Gilliam se inspiró visualmente en artistas como Goya y Doré. “Goya está presente en esta película”, dice el director. “Su trabajo es extraordinario y es español, claro. Doré ilustró Quijote en el siglo XIX, y sus imágenes siempre me han consumido. Es una batalla entre las imágenes precisas de Quijote y su mundo realizadas por Doré, y el mundo oscuro, fantasmagórico y perturbador de Goya”.

Una escena clave en la película es cuando Toby y Angélica se encuentran con Alexei. Gilliam quería darle una sensación de caza; al principio, pensó en un unicornio y algunos otros animales colosales para decorar las paredes. Luego Fernández sugirió inspirarse en el artista del renacimiento italiano Uccello. Gilliam sabía quién podría ayudarlos: el artista Daniele Auber, con quien ya había colaborado el director. Auber creó una pintura a la misma escala basada en el trabajo de Uccello, usando Photoshop, que luego se imprimió en un lienzo, creando la impresión de que es de noche en un lado de la habitación y de día en el panel central.

Otros golpes maestros del departamento de arte fueron una estatua de Catártica y la transformación del convento en el escenario de la fiesta. La imagen tridimensional gigantesca fue inspirada por las que se construyen para las Fallas de Valencia, construidas por comunidades locales. “Son satíricas, políticas, religiosas e increíbles”, explica Gilliam. “Se hacen de papel maché, y son figuras enormes y muy elaboradas. Durante una semana se exponen en la ciudad y luego, la última noche, se queman todas. Colgamos todas las cosas que le gente ya no quería en la falda cónica de nuestra Catártica. Sacrifican sus bienes de consumo con Santa Catártica”. La gigantesca estatua tuvo que ser construida en Madrid y luego dividida en trozos para ser transportada a Tomar y ser reconstruida en el claustro del convento.

Encabezando el equipo de ambientación estaba Edou Hydallgo. Su mayor reto fue crear la ambientación de la fiesta. Describe el convento como “un laberinto de belleza”, y explica su concepto: “Tenemos, en la película, una persona rica con cero sensibilidad artística pero con mucho dinero, así que puede hacer venir a artistas y diseñadores de Nueva York, Milán o París para diseñar una fiesta grandiosa”. Gilliam admira mucho el trabajo de Hydallgo y dice: “Todas las piezas artísticas de telas son creaciones de Edou y su equipo, son su propia invención. No son el tipo de cosa que yo habría diseñado, no soy capaz de eso, pero son impresionantemente bellas”.

Colaborador desde hace mucho de Terry Gilliam, el director de fotografía Nicola Pecorini también trabajo en el intento fallido de hacer el Quijote en el 2000, y en cada intento subsiguiente, incluido este último. Pecorini dice: “Terry es Quijote y, desgraciadamente, yo me siento muy Sancho. Yo simplemente le sigo. Y me alegro de haberlo hecho, pero si lo pienso mucho, fue una locura total. ¡Renuncié a tantos trabajos a lo largo de los años por intentar hacer esta película!”

Pecorini y Gilliam optaron por usar cámaras digitales, convirtiendo esta película en la primera de Gilliam en ser filmada de esta manera. Esta decisión se adoptó por el tiempo que tardaría en procesar el negativo de otro modo. Dice Pecorini: “La película es más barata, y el problema del digital es que hay que igualar todo. Y las cámaras son voluminosas. Pero en España ya no quedan laboratorios de película. Y los laboratorios que hay, en Francia, Bélgica o Londres, no trabajan durante la noche ni en fines de semana. Por tanto, si estamos filmando en exteriores el último día, con película, en viernes, no sabríamos si todo está bien o no hasta el martes siguiente”.

Sin embargo, al mismo tiempo, para tener algo más cinematográfico, Pecorini insistió en usar anamórficos. Consiguió unas lentes de Technovision diseñadas por Henryk Chroscicki y Beppe Magni. “A mediados de los 70, las hicieron para Vittorio Storaro para Apocalypse Now (1979). Son lentes viejas, pero son únicas. Se han usado en muchas grandes películas, incluyendo El último emperador (1987). Aportan a Quijote una dimensión épica”. Y Pecorini estaba encantado con su equipo español, dice: “Mi jefe eléctrico era un genio, y los eléctricos geniales. Lo mismo los maquinistas, y el equipo de cámara, espléndidos”.

La diseñadora de vestuario Lena Mossum se involucró de lleno en El hombre que mató a don Quijote no solo por amor al guión, sino por los trabajos previos del director. Pero lo que más le fascinó a Mossum fue que la película era una mezcla entre una película de época y una contemporánea y, por tanto, le permitió jugar y combinar lo antiguo con lo moderno. Esto se nota mucho en las escenas de la fiesta en el Palacio Mishkin, donde hay un derroche de disfraces de variadas influencias. A Gilliam le encantó el resultado, dice: “No sé cómo lo ha hecho Lena, es a la vez ostentoso y bellísimo”. Mossum está especialmente orgullosa del traje singular del Caballero de los Espejos. Dice: “Pensé, en vez de usar espejos, ¿por qué no usamos CDs?” Y el equipo de vestuario se puso manos a la obra, recopilando y ordenando trozos de CD. “Es una explosión de colores”, dice entusiasta Gilliam. Para completar el look del Caballero de los Espejos, necesitaba un yelmo, al que Mossum se empeñó en coronar con los cuernos de un toro español.

Algunos espectadores con ojos de lince puede que se den cuenta del parecido del traje de Quijote en esta versión y en la del 2000 que llevó Jean Rochefort, como se ve en Perdidos en La Mancha. Jonathan Pryce revela: “Es verdad. Logramos obtener los originales”. Gilliam explica lo que ocurrió: “Nicola Pecorini estaba hablando por teléfono con Carlo Poggioli, el ayudante de Gabriella Pescucci cuando empezamos a hacer la película la primera vez. Esa misma mañana había abierto la caja con el traje del Quijote, porque estaba considerando usarlo en una ópera. Llamamos a Gabriella y nos dijo que le encantaría que se pudiera usar, por fin, en la película. Lena hizo algunos ajustes y le quedó a Jonathan a la perfección”.

A la cabeza del departamento de maquillaje y peluquería estaba Sylvie Imbert, le encantó el guión y quería trabajar con Gilliam. Recuerda: “Veía una oportunidad para hacer un montón de cosas diferentes en una misma película, ¡aunque no sabía si tendríamos tiempo de prepararlo todo! Trabajar con Terry es un honor, porque lo admiro, y estoy feliz solo por poder trabajar con él. Es una experiencia llena de retos, porque te presiona hasta obtener lo mejor de ti. Haces algo y él quiere más, y más”.

El maquillaje y la peluquería fueron fundamentales para crear el mundo fantástico de El hombre que mató a don Quijote. Como dice el director: Uno de los aspectos más importantes de la película era conseguir ponerle una buena nariz a Jonathan. Tiene una nariz preciosa, pero no es aguileña como la de Quijote: la proa de una nave, atravesando los mares de los desastres. Y tenemos una grandiosa”.

Pablo Perona, de May Effects en Barcelona, creó el prostético. Pasaba una hora cada día poniéndoselo a Jonathan Pryce, para convertirlo en quijotesco auténtico. Dice Pryce: “Pablo es un auténtico maestro de su oficio. No se puede ver donde empieza una cosa y acaba la otra, y no me doy cuenta de que la llevo una vez que está puesta. Me gusta trabajar con barba postiza, pero tener además una nariz tras la cual esconderme, es algo bueno para un actor”.

Para la fiesta en el Palacio Mishkin, Imbert y su equipo tuvieron libertad casi absoluta. Dice Gilliam: “Elaboraron peinados inauditos y extravagantes. Estuvieron increíbles. Dejamos a Silvie y a su equipo trabajar a su aire, porque tenían ideas buenísimas y muy interesantes, así que no me metí en su trabajo, ¡les dejé jugar y pasárselo bien!” Olga Kurylenko también desarrolló una relación muy especial con Imbert, dice: “El equipo de peluquería y maquillaje de la película era fantástico, hicieron que pareciera otra persona. Nunca había sido rubia en una película, y tuvimos muchas oportunidades para jugar con estilos varios a lo largo de la película. Pudimos cambiarlo en muchas ocasiones: maquillaje especial para la fiesta; Jacqui en su vida a diario; Jacqui cuando está triste; Jacqui cuando decide ponerse guapa; así que desarrollamos distintos tipos de maquillaje ya que Jacqui es una mujer muy chic”.

El rodaje y las localizaciones

El rodaje empezó el lunes 6 de marzo de 2017, y duró doce semanas y tres días. Aparte de unos pocos días que filmaron dentro del estudio, el reparto y el equipo técnico trabajaron en localizaciones remotas y de difícil acceso en España, Portugal y las Islas Canarias. La producción se movía por ambos países, en general, quedándose en cada lugar menos de una semana. El Director de producción Yousaf Bokhari recuerda que todas las localizaciones presentaban complicaciones: “Todas eran difíciles, porque la película requería localizaciones muy remotas. Aparte de unos pocos días en el estudio, todo estaba lejos y de difícil acceso”.

Los primeros cinco días se centraron alrededor del Castillo de Oreja, un castillo en ruinas a 40 kilómetros al sur de Madrid. Esta localización se usó para cuatro escenas distintas, incluyendo aquella en donde Toby encuentra las monedas de oro en el cadáver de la mula. Afortunadamente, la preparación se había trabajado a fondo, y la primera semana fue un éxito. Durante la segunda semana, el reparto y el equipo técnico visitaron Talamanca de Jarama, al norte de Madrid, para filmar las escenas de la posada con Rossy de Palma y Sergi López.

A continuación, pasaron una semana en Almonacid de Toledo, dentro de unas ruinas de castillo impresionantes, para filmar la escena del Caballero de los Espejos. No se requería mucha ambientación aparte de una preciosa tienda que crearon Hydallgo y su equipo. EL castillo trajo recuerdos de la primera visita de Terry Gilliam: “Fue una de las primeras localizaciones que vi cuando planeaba hacer la película, en 1990 más o menos. Es una mezcla de arquitectura cristiana y mora, así que encaja muy bien en el mundo que intentamos crear”.

A continuación, la producción regresó a visitar el Monasterio de Piedra, una localización donde se rodó parta del intento fallido del 2000. Los terrenos del monasterio tienen lagos, mucho verde y elementos acuáticos. Una de sus cascadas sirve de fondo para el primer encuentro de Toby y Angélica en diez años.

Gallipienzo, en la cima de un monte en Navarra, al norte de Las Bárdenas, se convirtió en el pueblo de Los Sueños. Pero el primer día de filmación, una tormenta amenazante apareció en el horizonte, trayendo de vuelta los recuerdos desagradables de la riada catastrófica. Nicola Pecorini nos cuenta: “Estábamos en la cima de una montaña mirando el pueblo, y esas nubes negras provenientes de Las Bárdenas, empezaron a descargar. Por suerte, como estábamos en una cima, no había riesgo de riada. De hecho, un rayo impactó en una torre eléctrica a un kilómetro de distancia y el pueblo se quedó sin luz. Debo darle las gracias al jefe de localizaciones que fue en persona hasta allí para volver a conectar el fusible”.

La siguiente localización fue cerca de Villacastín, en una cresta totalmente arbolada por turbinas de viento. Dice Gilliam: “Cuando buscaba localizaciones hace años, recuerdo estar conduciendo por la autovía desde Madrid a Ávila y ver estas hermosas montañas. Unos años más tarde, en otro intento de hacer la película, de repente, ya no eran montañas sino colinas. Esas máquinas gigantescas habían destrozado por completo la escala de lo que mirábamos. Así que tuve la idea de colocar un viejo molino español allá arriba, entre las modernas turbinas, para crear el decorado del anuncio que dirige Toby”.

A continuación, la producción se trasladó dos semanas al Convento de Cristo en Tomar, Portugal, patrimonio universal de la UNESCO. Es un edificio extraordinario, antiguo convento fundado por los caballeros templarios en el siglo XII. Todas las escenas de la fiesta en casa de Alexei – tanto dentro como fuera – se filmaron dentro y alrededor del convento, aunque las escenas interiores – que se rodaron de noche – demostraron ser las más dificultosas técnicamente de todo el rodaje.

Cuando llegó el momento de quemar la efigia de Santa Catártica en Tomar, para Amy Gilliam fue una experiencia emotiva, como si ayudase a borrar el dolor de tantos años intentando volver a poner en marcha la producción del Quijote. Dice la productora: “Cuando quemamos a Santa Catártica, fue un momento muy emotivo. Sabíamos que nos acercábamos al final del rodaje, y fue algo simbólico de las luchas y pesadillas respecto de estos últimos 18 años”.

A continuación, pasaron tres días en el Castillo de Viñuelas, un palacio al norte de Madrid. Aquí se filmaron las escenas del hotel: el restaurante, las habitaciones y el pasillo. Dentro del restaurante, Benjamín Fernández construyó un baldacchino bajo el cual actuaban la bailarina y la compañía.

Luego viajaron a Fuerteventura, una de las Islas Canarias, donde pasaron 8 días filmando varias escenas, incluyendo la pelea con los gigantes. La isla se eligió por su paisaje duro y árido. Dice Gilliam: “Fuerteventura es muy desolador, y es todo volcánico, así que tiene unas estructuras muy negras, muy grandes y parecen peligrosas. Casi como un extraño dragón en el paisaje, porque la tierra ha sido desgarrada por erupciones volcánicas y lava. Es un contraste maravilloso con el monasterio, que era todo verde y exuberante. Das la vuelta a una esquina, ¡y estás en el desierto!”

Finalmente, el equipo regresó a Madrid para rodar tres días en un estudio, incluyendo una toma en la que la cámara entra en la boca de uno de los gigantes. El miércoles 31 de mayo de 2017, el rodaje se terminó y, pensando en su colaboración con Gilliam, Adam Driver dice: “Terry era incapaz de contener su entusiasmo, ni cómo de enraizada tenía la película en su propio cuerpo. Casi parecía un exorcismo cada día que rodábamos.” Para la sorpresa de Nicola Pecorini, veterano de Quijote, apenas hubo problemas durante el rodaje. “Todo salió a pedir de boca, y tuvimos una suerte increíble con el tiempo. Solo eso para mí fue una señal de que Dios ya no estaba enfadado con Terry. ¡Ni conmigo tampoco!”

Magia animal

Los responsables de los caballos y mulas en el rodaje fueron Richard Cruz y su hijo. Los Cruz tuvieron seis semanas para preparar los caballos y acostumbrarlos a lo que es un rodaje cinematográfico. A Gilliam le encantaron los caballos. “¡Son fantásticos! Ricardo senior y Ricardo junior son geniales”.

Trabajar con caballos le daba miedo a Gilliam, no solo porque son animales impredecibles, sino por la necesidad de proteger a Jonathan Pryce. El actor, con sesenta y tantos años durante el rodaje, dijo: “No había montado a caballo en al menos diez años, y le dije a Terry que no creía que iba a poder montar mucho, sobre todo por lo que se le exigía a Don Quijote”. Gilliam recuerda: “Teníamos muchísimo cuidado porque Jonathan estaba muy preocupado. De hecho, todos estábamos preocupados, porque teníamos que asegurarnos de no sufriera ninguna lesión durante el rodaje”. “En Oreja, el día en que Quijote iba a cargar contra el molino, lo rodamos con el doble de Jonathan, pero al girar al lado de la cámara, yo veía claramente que era el doble. Dije: ‘Jonathan, ¿crees que podrías montar un poco, aunque solo sea por el giro?’ Ya era el final del día y Jonathan dijo: ‘De acuerdo, lo intento. ¿Solo ese trozo?’ Y lo llevamos colina abajo. Jonathan se lanzó a galope tendido, lanza en mano, colina arriba, hizo el giro perfectamente, bajó la lanza, gritó y se lanzó contra el molino. Todo el equipo se puso de pie y aplaudió. Jonathan sabe hacer estas cosas, es actor de teatro. Esperó hasta el último momento y nos dejó a todos boquiabiertos”. Pryce confiesa: “Siempre es buena idea decirle a un director que no puedes hacer mucho. Luego se lleva una sorpresa grata y te lo agradece cuando de verdad lo haces. ¡Aunque sí me maldijo por presumido!”.

La posproducción

Durante el rodaje, la experimentada montadora establecida en Madrid Teresa Font se hizo cargo del material grabado a diario y preparó un montaje/ensamblaje. Font recuerda: “Había tanto material bueno, y mi primera reacción fue preguntarme: ¿cómo puede un director extranjero serle tan fiel al espíritu de la novela?” Una de sus responsabilidades principales era comentarle a Terry cuanto antes si funcionaban bien las tomas juntas. Esto no era tarea fácil ya que, según Font: “¡Era muchísimo trabajo revisar todo el material porque había tantas cosas que pasaban a la vez!” Font dijo que fue una experiencia gratificante y estaba llena de alabanzas hacia los actores, sobre todo hacia los dos protagonistas.

La responsabilidad de montar la película pasó a continuación a Lesley Walker, quien había trabajado ya con Gilliam en varias películas, y quién debería haber montado El Quijote allá en el 2000. Walker recuerda: “A principios de 2017 me llama Terry y me pregunta si me gustaría montar la película. Sin dudarlo, mi respuesta fue un sí rotundo”. Walker usó el ensamblaje de Font para hacer un primer montaje, que duraba tres horas de más. Dice Walker: “El primer montaje era muy largo. En realidad, lo considero un donut, tenía un centro muy blandito. Y había sido muy laso con parte de los paisajes en el primer montaje, así que sabía que podía acelerar esa parte”.

Música

A principios de 2017, el compositor Roque Baños recibió una llamada del equipo de Quijote mientras estaba en Los Ángeles. Baños recuerda: “¡Lo primero que dijo Terry era que quería experimentar! Terry sabía que la música debía tener sabor español, y también sabía que no quería solo música de orquesta. Quería experimentar con instrumentos étnicos que hubieran existido en suelo español. Tuvimos una gran experiencia usando un laúd – una guitarra antigua – y también con una flauta hecha de cuerno de toro, que sonaba como una flauta dulce. Y añadimos un montón de tipos de percusión”.

Para Gilliam y Baños estaba claro que la banda sonora debía ser una representación de los sentimientos y delirios de Quijote. Dice el compositor: “Quijote realmente se cree un héroe, y que ha sido elegido para hacer el bien. Cuando lo veamos, debemos sentir lo que él siente. Cada palabra que sale de su boca, aunque no tenga sentido, tiene que ser honrada. Tenemos que sentirlo así, sentir que tiene razón”. La escena más difícil para acertar fue cuando todos los invitados a la fiesta observan a Quijote sobre el caballo de madera. Dice Baños: “Probé con muestras de susurros del gentío mezcladas con un coro. Es un sonido peculiar que da lugar a una atmósfera de confusión. Tuvimos que mezclar la muestra con vientos, con la orquesta, coro y percusión. Hacer que todo encajara con lo que había en la pantalla fue realmente complicado”. “Para mí, lo mejor de todo esto fue conocer a Terry y poder compartir mi creatividad con la suya. Cada día nos divertíamos inventando, imaginando y mezclando cosas. Es muy entusiasta, y me sentí de la misma manera”. Gilliam cree que ha tenido suerte al poder colaborar con Baños. Dice el director: “La gran fortaleza de Roque es que compone música romántica realmente bella. Nunca es sentimental, nunca es barata… es simplemente bella. Tiene un gran corazón y es muy inteligente. Es brillante”.

Acabada

Terry Gilliam reflexiona sobre la película ya finalizada. “Hay mucho donde disfrutar. Jonathan ha hecho que sea muy divertida. Te saca risas en muchos diálogos e improvisaba mucho. Y entonces Adam empezó a improvisar, y la combinación es muy buena. Es muy divertida, pero no la llamaría una comedia; más que nada, es una película romántica. Las aventuras son buenas, hay buen ritmo, y hay risas de principio a fin”.

Gilliam también está contento por haber podido incluir muchos temas personales y elementos autobiográficos. Don Quijote es un personaje que lucha a favor del poder de la imaginación contra las fuerzas de la razón – un tema recurrente en la obra del director. Dice Gilliam: “Se trata de los sueños y el poder para transformar el mundo”.

En contraste con Quijote tenemos la corrupción perniciosa de la vida moderna, sobre todo en los negocios y el mundo de los anuncios. Dice Gilliam: “Un tío de publicidad es el ejemplo perfecto de todo lo que Quijote no es. La gente de publicidad vende sueños, mientras el Quijote los cree – ahí reside la diferencia”.

La belleza de España y sus paisajes tienen un papel protagonista en la película, pero también se inspiró en el carácter del país: orgullo, pasión y honor. El coguionista Tony Grisoni añade: “España, y más particularmente el carnaval español, es un fondo natural para que Terry cuente su historia. No puedo pensar en ninguna película de Terry que no acabe llevándonos a un baile de caos. La yuxtaposición de belleza y fealdad, horror al lado de comedia, son todos elementos clave del carnaval, y como todos sabemos: sin sangre no hay carnaval”.

La película terminada también incluye reflexiones de Gilliam acerca de su propia experiencia como cineasta en cuanto a las responsabilidades que asume el director. Dice: “El hecho de que Toby se sienta responsable de las consecuencias de su película estudiantil es interesante, al menos queda un resto de decencia en un hombre hueco por dentro por culpa del éxito. Esta es la parte autobiográfica de la película. Como cineastas llegamos a una comunidad y la abrumamos, emocionamos a sus habitantes, les guiamos por la senda de sus sueños y nos vamos, sin nunca volvernos para mirar”.

Sin embargo, Grisoni cree que la culpa de Toby quizá esté fuera de lugar. El escritor dice: “No estoy seguro de que deba sentir la culpa que siente. Creo que no está pensando muy claramente. Hacer una película sacude las vidas de la gente, pero también la puede enriquecer. Tengo muchas amistades duraderas y conexiones con comunidades que son el resultado directo de hacer cine. Tal vez la fuente de la culpa de Toby es su egoísmo, el hecho de que se vendiese y no estuviera a la altura de sus posibilidades. Me gusta como asume paulatinamente la responsabilidad de servir a Quijote. Se trata de cómo Toby se entrega a una idea de locos, a algo que es más grande y más extraordinario que el mundo que él toca y ve. Está diciendo que hay una vasto mundo ahí fuera que nada tiene que ver conmigo y yo estaré en segundo lugar en ese mundo. De algún modo, es un regreso a tiempos mejores llenos de posibilidades”. “Cuando vimos la película terminada, sentados en la sala oscura, ver a Don Quijote cabalgar por la pantalla tras 25 años de confinamiento en otra dimensión, eso fue realmente emotivo”, dice Mariela Besuievsky. Amy Gilliam está encantada de que el proyecto por fin haya dado su fruto final y embriagada por la película terminada. Dice, “El hombre que mató a don Quijote es fiel a la visión de Terry. Contiene toda la pasión que Terry tiene tanto por ‘El Quijote’ como por España. Justifica de sobra todos los arranques fallidos y los años de trabajo duro que hemos sufrido para llevar a este proyecto a buen puerto. Esta película está llena de magia y amor, y soy tan feliz de que los espectadores puedan descubrirlo todo”.

 

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