La productora de la película de Martin Scorsese pacta una multa por financiación ilícita
Piergiorgio M. Sandri – LA VANGUARDIA (9 de Marzo de 2018)
Una de las películas de culto sobre fraude financiero fue producida gracias al dinero procedente de un fraude financiero.
El cine es el arte de la ficción por excelencia, pero la realidad, a veces, es insuperable. El lobo de Wall Street (2014), largometraje dirigido por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo DiCaprio cuenta la historia (real) de Jordan Belfort, un corredor de bolsa que, adicto a toda clase de excesos y saltándose las leyes a la torera, lidera un estafa financiera colosal en las bolsas. Pues bien, ha quedado establecido que para dar lugar a este proyecto cinematográfico se usaron fondos de manera ilícita.
La productora Red Granite, basada en Los Ángeles, ha aceptado pagar una multa de 60 millones de dólares al Departamento de Justicia de EE.UU. El fiscal acusaba a la sociedad, cofundada por Riza Aziz, uno de los hijastros de Najib Razak, (el primer ministro de Malasia) de haber utilizado dinero del fondo 1Mdb (Malaysia Development Berhad), que fue malversado dejando al descubierto un agujero de 4.500 millones de dólares. El FBI llevaba años rastreando la pista de este dinero, hasta que llegaron a la productora y descubrieron que financió El lobo de Wall Street con parte de este capital ilícito. La película, que tuvo problemas para cuadrar el presupuesto, costó 100 millones.
Los jueces amenazaron con congelar todos los beneficios conseguidos en taquilla, unos 392 millones de dólares. Finalmente Red Granite prefirió alcanzar un acuerdo, abonar una sanción y evitar el proceso. El caso afecta al propio DiCaprio. El actor ha tenido que devolver el Oscar originalmente ganado por Marlon Brando que le regaló Red Granite para agradecerle su trabajo, al formar parte de los bienes requisados. EE.UU. sigue buscando los activos desaparecidos del fondo 1Mdb, que incluirían cuadros de Picasso, Van Gogh, Monet, además de propiedades en Nueva York, Beverly Hills y un yate de 90 metros.
La idea inicial, promovida por el Gobierno de Kuala Lumpur, era que 1Mdb invirtiera en proyectos en todo el mundo y que los beneficios regresaran a los ciudadanos malasios. En cambio, en una jugada digna del mismo Jordan Belfort, el dinero acabó desviándose a otros lugares. La fiscal general de EE.UU., Loretta Lynch, dijo que los gestores, entre los cuales destaca el empresario malasio Jho Low, “trataron este fondo cotizado como una cuenta bancaria personal”. “Los ciudadanos de Malasia nunca vieron un centavo de lo que ingresó el largometraje”, añadió la fiscal.
Al ver los hechos es imposible no acordarse de una frase de Mark Hanna, uno de los personajes de El lobo de Wall Street, cuando habla de cómo conseguir el éxito: “Regla número uno: desplazar el dinero de los bolsillos de tu cliente y ponértelo en los tuyos”. Frase que ahora suena profética.
La película, candidata a cinco premios Oscar, es una obra maldita. Andrew Green, uno de los cómplices de Jordan Belfort, ha denunciado a los productores por difamación porque cree que su representación en el filme es la de “un criminal, drogadicto, degenerado, depravado y desprovisto de cualquier moralidad y ética, y eso es totalmente falso”. Pide diez millones de dólares de indemnización. La demanda ha sido admitida a trámite. Una historia de película.