Joachim Trier convierte el thriller sobrenatural ‘Thelma’ en la más extraña y magnética reivindicación feminista
Luis Martínez – EL MUND (23 de Marzo de 2018)
Hay películas que antes que simplemente estrenarse, caen sobre la cartelera. A plomo. ‘Thelma’, del noruego Joaquim Trier, es una de ellas. Toda la cinta parece pensada para pasar casi desapercibida. Ni el título, que se limita a nombrar a la protagonista, ni el argumento, que sumariamente hace referencia a una joven que crece y se descubre enferma de una rara epilepsia, ni, apurando, el propio director, del que se recuerdan dos películas que no recibieron la atención que merecían; nada, decíamos, está diseñado para el ruido, para concitar la atención siquiera. Y, sin embargo, cuidado con perdérsela. Pocas sorpresas tan irrefutables, turbias y desoladoras como, en efecto, ‘Thelma’. Cuidado con tropezarse con ella. Más que afectar, arrasa. No se estrena, cae. Por su propio peso.
¿Definiría a su película como una película de terror? “Sinceramente, creo que el único modo que tengo de hablar de ella es como un fracaso [se ríe]. Yo quería hacer una película diferente a todo lo que había hecho antes, pero, si me fijo, no se diferencia demasiado”, contesta el director entre la sorpresa y la imprecisión. En realidad, su desconcierto es, para bien, el de la propia película. ‘Thelma’ cuenta la historia de una joven que llega a la ciudad desde el campo. Empieza sus estudios universitarios. Allí se dará cuenta de que posee una rara facultad o poder. Todo lo que quiere intensamente acaba por suceder. Y con la misma intensidad.
“Imagino que los temas de los que trata la película tienen mucho que ver con una especie de imaginario escandinavo. La mayor parte de Noruega es naturaleza. Hay bosques enteros en los que te puedes perder sin remedio. Los cuentos de hadas de mi infancia están llenos de hadas, trolls y criaturas así”, dice, se toma un segundo y continúa: “Pienso en el cine de Carl Theodor Dreyer, en la denuncia del dogmatismo y la intolerancia de la religión que recorre su cine, o en la necesidad de retratar lo invisible, el misterio… y me reconozco en esa tradición. Aunque sea, la verdad, de forma inconsciente”.
Cuesta llevarle la contraria. Toda ‘Thelma’ se desenvuelve en un lugar impreciso y heterodoxo que lo mismo hace referencia al cine de superhéroes (“‘X-men’ son adolescentes que hacen de su vulnerabilidad su fuerza”) que a piezas ya clásicas del terror. El cine de Brian de Palma o ‘La semilla del diablo’, de Roman Polanski, son citas ineludibles de una película que se mueve desde el primer segundo en la tensión de lo no dicho, de lo irreal, del sueño. Del mal, incluso.
“Hay temas que recorren mi cine. Uno de ellos es el de la identidad”, apunta a modo quizá de justificación. En su primera película algo célebre, ‘Oslo, 31 de agosto’, un exdrogadicto volvía a su barrio para recorrer el camino del que había sido tiempo atrás en sus días más duros. La idea no era encontrar nada como perderse. Solamente. En su siguiente trabajo, con Isabelle Huppert y Jesse Eisenberg en el reparto (‘El amor es más fuerte de las bombas’), una mujer intentaba averiguar quién era y qué quedaba de ella tras la muerte de un hijo. Y ahora, una joven se esfuerza en averiguar cuántos son los demonios que la habitan. Cambia la perspectiva y el género, se mantiene el sufrimiento.
“De alguna manera, ‘Thelma’ reformula el mito de las brujas, pero lo hace desde un lugar que creo diferente”, dice. Y no queda otra que darle la razón. De golpe, es la condición de la propia mujer la que es llevada a primer plano. Aunque sea de manera metafórica. “Sí que creo que la película pueda ser considerada feminista. Al fin y al cabo, de lo que se habla es de la imagen que ha perseguido a la mujer desde hace milenios. La mujer arrastra el estigma del mal y eso la condena. Hasta en una sociedad tan igualitaria como la Noruega todavía queda mucho por hacer porque los mitos son, a veces, más difíciles de vencer que la propia realidad”.
La película, decíamos, es sólo aparentemente sencilla. Pese a su formulación con pocos personajes, cada escena esconde infinidad de efectos digitales tan calculados como precisos. “Parece una película pequeña, pero, créame, no lo es”, comenta. De hecho, nada en ‘Thelma’ parece ser simplemente como luce. Tampoco la actriz casi debutante Eili Harboe es sólo una actriz. Es más. Da mucho más miedo. Definitivamente, la película cae. Y arrasa.