No es ningún secreto mi nula simpatía por Jennifer Lawrence, ni tampoco creo que pueda sorprender a nadie que he visto Gorrión rojo con nulas expectativas dados los precedentes y la campaña publicitaria, pero el cine posee la magia, en ocasiones, de ser capaz de sorprendernos y lo que a simple vista parece una cosa es todo lo contrario. Esto es lo que ha sucedido con la última película de Francis Lawrence que nos ha brindado un film muy entretenido, bien hecho, con fondo y forma. Significado y significante unidos en una acertada simbiosis.
El argumento, basado en el libro de Jason Matthews (que sabe de lo que habla por su experiencia en la CIA) y adaptado por Justin Haythe nos presenta la historia de una chica, que obligada a trabajar para los servicios secretos rusos en contra de su voluntad, se verá envuelta en una trama de traiciones, violencia, venganzas, luchas de poder y espionaje. Narrada sin alardes, con un aroma al thriller de espías clásico de los años sesenta y setenta, asistimos a una visión bastante realista de lo que es el espionaje, sin secuencias espectaculares de acción, con altas dosis de erotismo y alusiones psicológicas que dan verosimilitud a la narración y mantienen al espectador pegado a la butaca en una sucesión de tramas superpuestas formando un todo sin fisuras.
Hay que reconocer que buen mérito de la película se debe a la actuación de Jennifer Lawrence que se entrega por completo a un complejo papel, con rotundidad y sin escatimar esfuerzos, como su personaje forjado en la dura disciplina del Bolshoi y en el posterior entrenamiento como agente secreto que debe utilizar cualquier medio (incluido su cuerpo) con el fin de conseguir el objetivo que le marca el Estado, la tarea a la que sirve en los servicios secretos, el eufemismo de ‘servir al Estado como un patriota’. No hay peros a la composición que ha logrado Jennifer Lawrence, muy al contrario tal vez estemos ante el reto más difícil que ha enfrentado, hasta el fecha, en su carrera, y del que ha salido muy bien parada y con honores.
No podría terminar esta crónica sin una mención para dos de los actores que la acompañan. Jeremy Irons, como el oficial de ejército ruso que ejecuta los planes diseñados por los encargados de la Inteligencia rusa y una Charlotte Rampling que, pese a su edad, sigue desprendiendo magnetismo y algo más difícil de definir con pocas palabras. Dicho de otra forma un reparto de lujo para una superproducción de calidad incuestionable.
En resumen: Gorrión rojo es una propuesta más que recomendable, alejada del cine de acción al uso que reina en las pantallas de todo el mundo, donde la inteligencia queda patente en cada momento y que, pese a tener altibajos, no aburre en ningún momento al espectador pese a sus dos horas veinte minutos de metraje. Un ejemplo para e cine comercial que no implica necesariamente falta de interés o calidad cinematográfica. Una correcta, aunque discreta (en el buen sentido) realización, certera en todo momento y una Jennifer Lawrence sobresaliente. No hay secuencias de acción espectaculares, pero hay mucho más. Les dejo que lo descubran por sí mismos.
Carlos Infante