25 años después, alguien miente sobre el cruce de piernas de ‘Instinto básico’

Nuestro compañero Juan Sanguino del diario EL PAIS cuenta la versión oficial de las dos partes involucradas en el hecho referido y hace muy bien en mantener el principio de neutralidad informativa ofreciendo las dos versiones de los dos protagonistas de la historia. En mi caso como me dedico a hacer opinión, más que información, no tengo esa limitación por lo que puedo ser mucho más claro. La que miente con el descaro que la caracteriza, como lo ha estado haciendo toda su vida, es Sharon Stone, ese despojo que en su día publicó un anuncio ofreciéndose a pasar cinco noches para mantener relaciones sexuales y quedarse embarazada con quien reuniera una serie de requisitos que más suenan a la obsesión nazi por la raza aria. El elegido debía tener, al menos, su coeficiente intelectual (que ella misma cifra sin prueba alguna en 154), ser rubio, de ojos azules y otras medidas y características físicas que ahorraré enumerar.

Mintió también en las declaraciones que hizo sobre Arnold Schwarzenegger, nada caballerosas, pasado el tiempo en que tenía que hablar bien por contrato de película en su etapa promocional.  

Pero la razón definitiva por la que Sharon Stone miente está en el mismo hecho de haber protagonizado la película. Jamás se pensó en ella como la actriz que diera vida a Catherine Tramell. Se pensó en Kathleen Turner, que aún era una estrella y muy bien relacionada con Michael Douglas (que aunque no figura en los créditos participó en la producción), se pensó en Michelle Pfeiffer, en Geena Davis, y en casi todas las estrellas femeninas de la época. Todas rechazaron el papel por una razón: la escena de interrogatorio y el cruce de piernas.

Todo esto me lo han contado algunas de las actrices en cuestión y miembros del equipo de Instinto Básico. Fue entonces, cuando no tenían actriz, el momento en que el director recordó a Sharon Stone con quien había rodado dos años antes Desafío total (Total Recal). Sharon Stone aceptó encantada de inmediato, aunque no fue fácil convencer a Michael Douglas que se oponía frontalmente. Al final acepto a regañadientes y Sharon Stone cobró por su trabajo unos 100.000 dólares frente a los más de 10 millones de Douglas. Por eso miente una vez más la Stone.

Su problema es que no es nada, nunca lo ha sido y nunca lo será. Su filmografía es como su persona: patética, lamentable y pésima. Es una simple nadería, una chica que algunos ven atractiva y que como actriz da pavor. Una mujer que suele tener problemas con sus ex parejas sentimentales y con los profesionales con quienes han trabajado de cierto nivel para seguir acaparando portadas usando espuriamente y, con frecuencia injuriando, a estrellas de Hollywood. Excepto con una, con Steven Seagal, con quien trabajo en Por encima de la ley (Above the Law) interpretando a su intrascendente esposa. Este no bromea y aunque condenamos sus métodos, la Stone si abriese la boca podría terminar como Kelly LeBrock o tantas otras. Por eso, en esa bocaza que tiene por la que solo escupe veneno e insidias, jamás menciona a Steven Seagal, aunque habla de todo el mundo.

Sus historias y ellas son nauseabundas, dan asco, producen vómitos, como me lo produce el hecho de tener a esta tía cerca, a esta ‘señora’ porque con 60 años lo de tía no le queda como muy bien, aunque ella crea que sí.

Stone tus historias chungas y cuentos chinos a otra parte. Aquí ya no te cree nadie. Si puedes, a disfrutar y vivir que la vida es breve.

 

Rafa García


El director de la película, Paul Verhoeven, y Sharon Stone se acusan de mentir sobre los entresijos de la mítica escena

Juan Sanguino – EL PAIS (27 de Agosto de 2017)

Veinticinco años, y algunos todavía no se han recuperado. El cruce (o técnicamente, descruce) de piernas que cortó la respiración al mundo no ha envejecido nada. La sospechosa de asesinato Catherine Trammell (interpretada por una Sharon Stone con 34 años) se somete a un interrogatorio, pero es ella quien acaba sometiendo a los policías. El ratón y el gato nunca han estado tan en celo. Es Catherine la única que disfruta con la situación.

Ella, y millones de espectadores: Instinto básico (Paul Verhoeven, 1992) fue la cuarta película más taquillera del año (se estrenó en marzo de 1992 en EE UU), y la más exitosa de la historia en España en su momento (se estrenó en agosto de 1992). El sexo (y las ganas de él) corrompe cada plano hasta casi derretir el celuloide de una película que se convirtió en un clásico instantáneo. Y todo porque muchos adolescentes (y algunos papás) quemaron el vídeo rebobinando y pausando la escena en cuestión.

Veinticinco años después queda un misterio, más jugoso y menos mortal, sin resolver. ¿Tenía el director el consentimiento de la actriz para retratar su entrepierna para la posteridad?

El detective con adicción al riesgo (y a todo lo demás) Nick Curran, interpretado por Michael Douglas, sabe que Catherine Trammell no lleva ropa interior. La ha espiado mientras se vestía en la escena anterior y ha comprobado que para Trammell la lencería es cosa de perdedoras. El público también lo sabe, y asiste a ese interrogatorio con la boca abierta. ¿Se atreverá a descruzar esas piernas para atolondrar a los machos de la manada? Por supuesto que sí. Catherine Trammell no ha llegado hasta ahí siendo tímida.

Existen dos versiones sobre cómo ocurrió la famosa escena. Según el director del filme, Paul Verhoeven, Stone sabía perfectamente lo que estaba haciendo y se mostró encantada con la perversa situación. Según la actriz, el director la utilizó. “Cuando la rodamos, iba a ser una insinuación” afirma Sharon Stone, “pero [Verhoeven] me dijo: ‘Se puede ver el blanco de tu ropa interior, necesito que te la quites’. Él me aseguró que no se vería nada. Así que me quité la ropa interior y se la metí en el bolsillo de la camisa”.

Hasta aquí, ambas versiones de la historia coinciden. El conflicto surge cuando al acabar el rodaje ambos analizaron el plano en cuestión. “En aquella época no existía la alta definición”, continúa la actriz, “así que cuando miré al monitor realmente no se veía nada”. Todo cambió cuando Stone, su equipo y el mundo entero vieron la película en una pantalla de cine de varios metros cuadrados.

“Me quedé en estado de shock”, asegura Stone. “Al terminar la película, me levanté, me acerqué a Paul Verhoeven y le di una bofetada”. La actriz reconoce que el plano es adecuado para la película y para el personaje, y que si ella hubiera sido la directora lo habría mantenido en el montaje final. “Pero habría tenido la cortesía de enseñárselo a la actriz”, concluye.

Alguien miente, y según Paul Verhoeven no es él. El director holandés cuenta que Stone intentó por todos los medios eliminar el plano de su entrepierna en libertad. Verhoeven le respondió que ya era tarde. “Sharon miente”, aclara Verhoeven a ICON. “Cualquier actriz sabe lo que se va a ver si le pides que se quite la ropa interior y apuntas ahí con la cámara. Ella incluso me dio las suyas como regalo. Cuando Sharon miró el resultado de la escena en el monitor, no tuvo ningún problema. Creo que tuvo que ver con que el director de fotografía [Jan De Bont, que después dirigiría Speed y Twister] y yo somos holandeses, así que actuamos con total normalidad ante el desnudo. Y Sharon se dejó llevar por esta actitud relajada. Pero cuando vio la escena rodeada de otras personas [americanas], incluidos su agente y su publicista, se volvió loca. Todos le dijeron que esa escena arruinaría su carrera, así que Sharon vino y me pidió que la quitase. Le dije que no. ‘Tú aceptaste, y te enseñé el resultado’, le dije, y ella me respondió: ‘Que te jodan’. Pero Sharon no te va a contar eso, seguro que no”.

La leyenda que rodea el rodaje de Instinto básico daría para otro thriller, y con bastantes escenas eróticas también, porque el guionista Joe Eszterhas contó que se había acostado con Sharon Stone para celebrar el éxito de la película. Varias asociaciones LGTB intentaron boicotear el rodaje por la imagen negativa que la película daba de las mujeres bisexuales, y Michael Douglas se negó durante meses a contratar a Stone al considerarla “una actriz de segunda”.

Pero el director siempre creyó en ella. Cuando las actrices de primer orden (Julia Roberts, Michelle Pfeiffer) leían el guion, le preguntaban si rodaría las escenas de sexo y violencia tal cual estaban descritas en el texto. “No”, aclaraba Verhoeven, “serán aún más fuertes”. Sharon no tenía esas inhibiciones, y acababa de posar desnuda para Playboy para así intentar reactivar su carrera. Y vaya si la reactivó. Veinticinco años después, Instinto básico sigue siendo la única película que te da ganas de fumarse un cigarro al acabar.

El guionista, Joe Eszterhas, que no escribió la escena del interrogatorio porque fue idea de Verhoeven, se resiente de este legado. “Cuando tienes [en tu currículum] uno de los planos eróticos más famosos del mundo del cine, eclipsa a la película, que es un tenso y psicológico filme negro moderno”, lamenta Eszterhas. La secuencia fue objeto de culto tanto en quedadas clandestinas cuando los padres estaban fuera de casa como de parodias. En la última de ellas, el cómico James Corden intenta seducir a un ya mayor Michael Douglas, consiguiendo un efecto distinto del de Catherine Trammell.

Queda un misterio abierto, quizá el más complejo de todos. ¿Quién es Sharon Stone? ¿Una depredadora sexual dispuesta a todo o la víctima ingenua de un viejo verde? Probablemente las dos cosas, y ninguna a la vez. Sharon Stone es quien haga falta que sea. Catherine Trammell convirtió en un mito a la actriz que le dio cara, cuerpo y pubis, pero acabó condenándola. Rita Hayworth lamentaba que los hombres se iban a la cama con Gilda (su personaje más icónico), pero se despertaban decepcionados con ella.

Stone sufrió una sentencia similar: pasar a la historia, pero a costa de que nadie la recuerde a ella como actriz, sino a Catherine Trammell. Una mujer acorralada que puso de moda los personajes femeninos perversos que no se disculpaban por disfrutar del sexo. Demi Moore se montó una carrera entera gracias a esta moda. En los locos años 90, la revolución cultural se hizo sin ropa interior, y Sharon Stone tuvo la audacia de ser la primera en quitársela.

“Nadie más podría haber hecho ese trabajo”, reconoce Verhoeven. Y añade: “Ella puede ser muy cruel y muy encantadora, y es capaz de cambiar la mirada de un estado a otro en un segundo. Sharon Stone es así. Ella es Catherine Trammell, pero sin el picahielos”.

Todo apunta a que este misterio, convertido en mito de la cultura pop, jamás será resuelto. En esa habitación solo estaban Stone, Verhoeven y De Bont, porque la actriz pidió rodar la escena al final de la jornada y sin nadie más delante. La relajación que consiguió gracias a esa intimidad se le volvió en contra, pero también la convirtió en el mito erótico oficial de los 90: toda una generación de adolescentes se hicieron hombres de golpe tras ver Instinto básico.