Tras descomunales producciones como ‘Lo imposible’ o ‘Un monstruo viene a verme’, se atreve ahora con la nueva entrega de ‘Jurassic World’, una superproducción en la que ha tenido que lidiar con unos dinosaurios digitales y otros reales, como Spielberg
Juan Sanguino – EL PAIS (2 de junio de 2018)
Madrid – La primera película que Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975) vio en una sala de cine fue Superman y el hombre que posa para el fotógrafo explicando sus preocupaciones (“si me cuelgan las piernas de la silla parezco un niño en traje”) parece Clark Kent, aunque, en realidad, hay que ser Superman para sacar adelante una producción de 260 millones de dólares (213 millones de euros). “No son tantos, son bastantes menos”, matiza.
Y, sin embargo, promete que Jurassic World: el reino caído (estreno el 7 de junio) incluye la escena más grande jamás vista en la saga. “Es evidente que lo es. Cuando veas la película lo entenderás”, asegura. ¿De dónde sale esta seguridad en sí mismo? “Las escenas que he tenido que pelear más son las mejores de la película. Insistí mucho en la secuencia del indorraptor colándose en el cuarto de una niña, porque está basada en mi miedo infantil de que Drácula entrase por mi ventana; o en la pelea de dinosaurios en ese mismo cuarto, que emula la fantasía de cuando éramos niños y jugábamos con muñecos de estos animales”.
En su barrio barcelonés (La Trinitat Vella) no había cine. “Íbamos dos o tres veces al año. Miraba en las revistas imágenes de películas y me imaginaba cómo serían. Era un niño introvertido y pasaba horas dibujando”, recuerda. Los Bayona eran una familia numerosa de lo que en los ochenta se denominaba charnegos: su padre es sevillano y su madre jienense. “Mi padre quiso ser artista, pero no tenía dinero. Todos somos una combinación entre lo que queremos ser y de donde venimos. Mis padres se esforzaron al límite para darme la educación que me ha permitido llegar hasta donde he llegado”, explica. Ahora tiene su propia productora, bautizada La Trini en honor al barrio donde sigue empadronado para regresar cada vez que hay elecciones.
Bayona perteneció a la primera generación de estudiantes de la escuela de cine Barcelona ESCAC, donde un director les advirtió de que estaban malditos porque en España “no había nada que hacer”. En 1993, cuando se estrenó Parque Jurásico, Jota (así le llaman amigos y familiares) se colaba en los pases de prensa del festival de Sitges. Allí conoció a Guillermo del Toro, quien en 2007 le produciría su debut cinematográfico, El orfanato.
Para entonces, Bayona ya había dirigido videoclips de Fangoria, OBK y Camela y recibía ofertas de Hollywood. “Pero preferí hacer tres películas con producción española en las que quedasen definidas mi personalidad y mi voz. Tras ellas, me quedaban dos asignaturas pendientes: trabajar en Hollywood y colaborar con Steven Spielberg”. Técnicamente ha cumplido sus sueños a los 42 años. Sus películas (El orfanato, Lo imposible y Un monstruo viene a verme) están entre las seis más taquilleras del cine español y sus colegas le avalan (ha ganado tres Goyas como director) aunque no del todo (ninguno a mejor película), estadística que se toma como un reto: “Así hago más películas, a ver si me lo dan”.
Al igual que Spielberg, Bayona se reivindica como un cineasta del pueblo que cuenta historias para el pueblo. “Mi objetivo es que empiecen los créditos y ningún espectador se levante de su butaca, que se queden en trance reflexionando sobre sí mismos”, explica. Sus temas universales (la maternidad, la pérdida, la mortalidad) subyacen en el conflicto que marca todos sus relatos: el miedo. Y a él, cogerle el teléfono a Martin Scorsese le dio, más que miedo, reparo. “Eso se ha convertido en una leyenda. Scorsese insistió en llamarme para contarme algo que estaba produciendo, pero yo, como sabía que no me interesaba el proyecto, preferí no hablar con él para no tener que decirle que no”, aclara.
Bayona siempre calcula sus palabras, pero cuando habla sobre Jurassic World: el reino caído hace ecuaciones con quebrados para evitar destripar el argumento. Hasta duda antes de enunciar su frase favorita del guion (“El mundo ha sido contaminado por la avaricia y la megalomanía política”), la cual sugiere que este catalán, tan prudente a la hora de comentar el procés, ha tenido que irse a Estados Unidos para hacer una película política. ¿Y si la pifia? “Estoy muy tranquilo porque pruebo y, si no funciona, me vuelvo a casa, donde me ha ido muy bien”. De momento, su siguiente proyecto, sea donde sea, tendrá que esperar: ahora tiene que irse a charlar con los influencers. ¿Qué influencers? “Ni idea”, sentencia.