Ryan Reynolds presenta la secuela de su violento y descarado superhéroe para adultos antes de que se cierre la venta de Fox
Eneko Ruiz Jiménez – EL PAIS (18 de mayo de 208)
“Siempre tengo miedo de decir algo incorrecto y que entre un agente de Disney vestido de Mickey Mouse y empiece a disparar hasta matarme”. Ryan Reynolds (Vancouver, 1976) responde a una pregunta sobre el futuro de Deadpool casi como lo haría su descarado personaje. Sin filtros. Sin saber del todo si está realmente bromeando. “Quizás Disney vaya a comprar Fox [marca a la que pertenece el personaje] para acabar con él. Solo deseo que nos dejen seguir haciendo películas”, dice más comedido el actor durante la presentación en Madrid de la segunda aventura de su atípico superhéroe. Reynolds no se opone a la venta, aunque no ve razón para pasar por el filtro familiar la probada fórmula del éxito: “Creo que a estas alturas sería un reto hacerlo para todos los públicos. Podemos intentarlo: hagamos un Deadpool que solo pueda decir dos mierdas y joder y beba una copa de vino tinto. Eso en la primera escena y luego promete nunca hacerlo más. Veamos cómo resulta”.
Si alguien entiende el secreto tras este inesperado triunfo es Reynolds, que, además de protagonista, es productor y co-guionista de la secuela que se estrena este viernes. Fue su insistencia la que sacó adelante el proyecto. Después de fracasar como Green Lantern y con una versión anodina de Deadpool en X-men orígenes: Lobezno (a ambas dedica chistes corrosivos la secuela), el actor tocó todas las puertas de Fox para sacar adelante la historia ultraviolenta de este superhéroe mutante sin pelos en la lengua que detesta a la Patrulla X, que es consciente de estar en una película y que habla al espectador saltándose la cuarta pared.
Gracias a su ahínco y una prueba de cámara misteriosamente filtrada a Internet, Fox acabó dándose por vencida y dio luz verde. La película acabó como la sexta más taquillera de 2016 en EE UU, multiplicando por seis su presupuesto. “Lo hicimos casi sin dinero y resultó mejor. No podemos estar salvando el mundo ni tener muchas explosiones, así que nos centramos en los personajes. Otras lo intentarán y no les saldrá. Vivimos en un mundo en el que todo se fotocopia hasta que el producto no tiene personalidad. Así que en esta también hemos tenido presupuesto justo. Muchas de las historias ya habían nacido en aquel rodaje”. Sumaron el suficiente dinero para incorporar personajes al creciente elenco y algún que otro cameo sorprendente, así como lanzar una campaña de márquetin gamberro donde han participado desde David Beckham a Céline Dion. “Por mí no habríamos lanzado ni un tráiler real, pero el mercado internacional lo necesitaba”, explica Reynolds.
Esa falta de pretensiones y el probado éxito ha ayudado a Deadpool a volver a encontrar su libertad, si bien es el propio Reynolds quien reconoce que cortaron una broma sobre Disney por ser “demasiado” incluso para él. “Me gustaría que vierais todo lo que cortamos, pero nos habrían arrestado”. Aunque sí hay chistes a costa de Frozen, Winnie the Pooh y, por supuesto, Thanos, villano de Vengadores: Infinity War al que interpreta Josh Brolin para la casa del ratón.
Apenas semanas después de su última aventura, Brolin (Santa Mónica, 1968), vuelve a transformarse aquí en uno de los más famosos personajes Marvel de las viñetas, si bien esta vez no está tan claro si su Cable, un mutante del futuro con sed de venganza, es héroe o villano. “He pasado mucho tiempo en cine independiente, pero la actuación no es diferente según la película. Este trabajo requiere, de hecho, más concentración, imaginación y convicción. Interpretar a Thanos fue como volver al teatro alternativo en Nueva York. Sin nada con lo que actuar, leyendo a Ray Bradbury y echando imaginación. Mientras que en Deadpool utilizo un músculo de respuestas rápidas nuevo para mí ¡Estoy rodeado de cómicos!”. La edad también le ha ayudado a tomar estas decisiones que dan un vuelco a su carrera: “Con 50 años es liberador y divertido poder hacerlo. Estoy en un momento donde no necesito conocer el siguiente paso, cuál es el objetivo de mi carrera… No me importa”.
Esa perspectiva de vida, tras sonados fracasos, es la que empujó también a Reynolds a embarcarse en esta aventura, y, aunque Deapdool no sea siempre una buena persona, él lo entiende: “Si Deadpool fuera perfecto, no sería tan interesante y divertido. Nunca he conectado tanto con un papel. Crecí convirtiendo todo lo que me hacía daño en broma. Era mi mecanismo de supervivencia, lo que me hizo fuerte. Cuanto más dolor tiene el personaje, más gracioso es”. Algo que el actor ha trasladado a su vida y a sus redes sociales, donde ha tornado su relación con Blake Lively y su paternidad en una eterna broma pesada.
Es posible que su humor no sea apto para Disney, pero a Reynolds le ha servido para reinventar su carrera ¿El próximo paso? Eso solo lo saben los mandamases de Fox, Disney y Comcast (conglomerado que podría evitar que prosperara la unión entre las dos primeras). Puede ser Deadpool 3 sin adulterar, el equipo X-Force o un Wade Wilson para toda la familia. De momento, ya han aprendido una lección de la casa del ratón: “queríamos hacer esta secuela desde la perspectiva Pixar, y que cada arco de personaje tuviera comienzo y final”. La comparación quizás sea exagerada, pero ellos ni siquiera descartan el Oscar: “Dos palabras: Céline Dion”, espeta su compatriota Reynolds. Si bromea o no, solo el tiempo lo dirá.
Del cómic al cine
Masacre, como es conocido Deadpool en los cómics en España, nació casi por casualidad en 1982. “El dibujante Rob Liefeld me dijo que quería un cruce entre Punisher y Spiderman para Nuevos Mutantes 98, pero solo tenía el concepto, así que hubiera sido muy distinto de ser presentado en la primera página o en la número 13. Lo utilicé para contraponerlo precisamente al nulo sentido del humor de Cable”, explicaba el guionista y creador del personaje Fabian Nicieza en la pasada Héroes Comic-Con de Madrid. El autor, que cobra una parte por los derechos de sus personajes, dice que le encantan las adaptaciones, aunque tampoco piensa que sean fundamentales en su trabajo diario: “Seamos realistas, los lectores no vienen del cine al cómic”.
Nicieza, también creador de Dominó y el que más historia de Cable ha escrito, llegó a apostar ya en 2004 por quién sería el actor ideal para interpretar a su fetiche: “Parezco un cruce entre Ryan Reynolds y un perro Shar Pei”, decía Masacre en las viñetas. “Ryan no tendría trabajo sin mí. Y él lo sabe”, bromeaba el autor entre una risa estridente y contagiosa en la que se atisba un parecido más que claro con el personaje políticamente incorrecto que creó. “Como diría mi padre: es un hinchabolas ¿eso se utiliza aquí?”, preguntó el autor que emigró de Argentina a EE UU con solo cuatro años.