Festival de cine de Cannes, día 6: Se busca directora para ganar la Palma de Oro

Como siempre continuamos nuestro seguimiento informativo del Festival de Cine de Cannes ofreciéndoles la crónica de Oti Rodríguez Marchante en ABC. A estas crónicas se puede sumar otras informaciones adicionales si se considera oportuno.

Marta Blanco
Redacción ESTRELLAS EN LA NOCHE


Se busca directora para ganar la Palma de Oro

Eva Husson y su flojísima «Les filles du soleil» están muy lejos de merecer algún premio, y Jafar Panahi envió su sencillito y semiclandestino último filme, «Tres caras»

Oti Rodríguez Marchante – ABC (14 de mayo de 2018)

La imagen de ochenta y dos directoras en la alfombra roja del Palais, junto a otras de las mujeres del jurado de este año engarzadas o las protagonistas de la película «Les filles du soleil» fueron como una radiografía del pulmón por el que respira este año el Festival de Cannes. Sólo hay tres películas en competición dirigidas por mujeres, pero, a poco que lleven jugada dentro, da la impresión de que se subirán al Palmarés. La francesa «Les filles du soleil», dirigida por Eva Husson, no lo va a tener fácil a pesar de todo, porque es un magnífico catálogo de torpezas cinematográficas. Y el caso es que la historia que quiere contar es, además de real, potente: en el Kurdistán, un comando de mujeres escapadas del horror yihadista combaten por recuperar su dignidad y tal vez a algún ser querido raptado por los islamistas. Y además, tiene como protagonista a Golshifteh Farahani, esa actriz que en «Paterson» hacía que te frotaras los ojos, pero que aquí, en el papel de la comandante Bahar, también te obliga a frotárselos, pero por otros motivos… ¡qué manera de llevarse una historia tan dura, espinosa y conmovedora al territorio más cochambroso de los tópicos!… Canta los «flashback» y los arrumacos emocionales como un niño der San Ildefonso, y desde luego para premiar a Eva Husson y su película hace falta no un jurado de señoras del cine, sino los tres monos sabios del no ver, no oír y callar. Hay algunas, no muchas, escenas de acción bélica tirando al sonrojo y con menos trapo donde agarrar que la braguilla de un luchador de sumo.

El director iraní Jafar Panahi, que mantiene con las autoridades islámicas de su país la relación de un puching ball con el boxeador, entre arrestos, confinamientos, amenazas e inhabilitación, y que ha de hacer un cine por lo «bajini», presentó su última película, «Tres caras», en la que rueda como puede una historia cuyo argumento hubiera dado para un magnífico cortometraje, pero que él dilata con ese estilo a lo Kiarostami (ese plano larguísimo al final calcado del de «Entre los olivos») hasta el no va más. Entre lo documental y lo ficticio, el propio Panahi y la actriz Benhaz Jafari viajan hasta el confín de un pueblecito para buscar a la protagonista de un vídeo que llega a sus teléfonos: una joven quiere ser actriz y la repulsa de su familia la empuja a suicidarse ante la cámara… ¿será verdad o manipulación?… La cámara sencillota de Panahi se entretiene en sorber todo lo ancestral y tradicional del lugar y sus gentes. La cosa, a veces, resulta entretenida, incluso pasablemente emotiva, pero hay más digresión que argumento, lo cual, tratándose de este director, al que le han dado los grandes premios en Berlín, en Venecia, en Locarno y solo le falta ya este de Cannes y el de polvorones La Estepa, quiere decir que no conviene descartarlo para cualquier lugar del Palmarés.

En la sección Un Certain Regard se proyectó la película argentina «El Ángel», producida por El Deseo, de Almodóvar, y tuvo realmente éxito el modo en que su director, Luis Ortega (hijo del político y cantante Palito Ortega), conduce esta historia sórdida basada en hechos reales, la de un niñato asesino que aún está encarcelado por su carrerón criminal a principio de los setenta. Lo apodaban «el Ángel», por sus rasgos suaves y su carita de cuadro de Murillo, aunque robaba y mataba con una naturalidad de espanto. Sorprendentemente, la película adquiere un tono no negro, sino de brutal sarcasmo, y hasta arranca risas de comedia en algunos episodios de brusquedad infinita. El protagonista es Lorenzo Ferro, un crack en su naturaleza diabólica, y junto a él está un buen Chino Darín y unos magníficos, sórdidamente graciosos, Mercedes Morán y Daniel Fanego.