Festival de Cine de Venecia, día 1: El viaje hacia la Luna de Chazelle se estrella en Venecia por falta de gasolina

Como siempre empezamos nuestro seguimiento informativo del Festival de Cine de Venecia ofreciéndoles las crónicas de Tommaso Koch en EL PAIS y de Ángel Gómez Fuentes en ABC, a las que se puede sumar otras informaciones si se considera oportuno.

Marta Blanco

Redacción ESTRELLAS EN LA NOCHE


El viaje hacia la Luna de Chazelle se estrella en Venecia por falta de gasolina

‘El primer hombre’, el regreso del director de ‘La La Land’ centrado en la vida de Neil Armstrong, inaugura La Mostra con una fría acogida

Tommaso Koch – EL PAIS (30 de agosto de 2018)

Pedía la Luna. Como sus protagonistas. Y como La Mostra de Venecia, que fio a su película la inauguración, para un arranque espacial. Sin embargo, Damien Chazelle ha obtenido más bien un brusco y accidentado aterrizaje sobre la Tierra. First Man (El primer hombre), el filme sobre la celebérrima misión de Neil Armstrong y sus dos compañeros hacia la historia, se ha estrellado como aquellos primeros vuelos que sirvieron de prueba y error para el éxito lunar del Apolo 11 en 1969. “¿Cuál es el precio?”, le preguntan a Armstrong en la película, para frenar su insistencia por buscar el cielo. Pero la cuestión también valdría para Chazelle: el cineasta, joven prodigio de Hollywood, autor de Whiplash y de La La Land, ha dejado su zona de confort, hecha de jazz y autobiografía, para lanzarse a un territorio mayor y desconocido. El coste fue el aplauso frío que cerró la proyección. Para el veredicto de las salas, habrá que esperar hasta octubre.

“Mis anteriores filmes trataban de experiencias personales; esta se centra en algo que todos conocemos y que ya había ocurrido cuando nací. Para mi generación, era una realidad”, aseguró Chazelle, de 33 años, ante la prensa. En El primer hombre, el creador sigue a Armstrong desde 1961 hasta el momento más conocido de su existencia, y mezcla el retrato íntimo —”un documental familiar”, lo definió— con el intento de subir al espectador a bordo de aquellos cohetes, latas volantes presas de los imprevistos. Escalofriante, antes que épico. “Queríamos que el público se sintiera como ellos, que se sorprendiera con lo poco que se ve desde dentro. Damos por hecho el alunizaje, pero se logró paso a paso, con costes enormes y pérdidas de vidas”, afirmó el director.

Aun así, hay cierto punto de contacto con su filmografía: Chazelle se centra en las emociones de Armstrong, en la pasión que se vuelve obsesión y en quién era el tipo fallecido en 2012 del que el mundo conoce nombre y logro, pero poquísimo más. La mayor diferencia con sus otras obras reside la falta de ritmo. Sin jazz, Chazelle nunca encuentra el tempo que hace dos años contagió la inauguración de La Mostra con La La Land. “Damien tiene un instinto increíble para unir a la gente en torno a una película”, afirmó Ryan Gosling, en la rueda de prensa. El don, en El primer hombre, parece fallarle. Gosling, en cambio, se confirma como un alumno prodigioso: tras tocar el piano, para La La Land, esta vez aprendió directamente a volar.

“Nos interesaba el hombre, no el icono. No creo que Neil se viese como un héroe. Era humilde y siempre trasladaba la atención a las 400 personas que hicieron posible la misión”, insistió el cineasta. Para conocerle, leyeron —entre otras cosas la novela homónima en la que se basa el filme—, y se reunieron con la exesposa de Armstrong Janet, y sus hijos, Mark y Rick. Descubrieron el padre silencioso y solitario, más hábil con los números que con los abrazos, que por mirar a las estrellas no veía la vida de su familia ante sus ojos. “En el trabajo gestionaba sentimientos que no podía controlar a nivel personal”, defendió Chazelle. El mejor resumen en la película tal vez sea sus dos charlas previas al viaje. La prensa le pregunta: “¿Cómo te sientes al saber que podrías pisar la Luna?”. “Satisfecho”, contesta. En la segunda ocasión, Armstrong ha de explicar su misión a sus hijos. Él ni veía la necesidad, pero le obliga su mujer.

—¿Es posible que no vuelvas?, cuestiona uno de los niños.

—Exacto.

Difícil resulta también prever el destino de First Man (El primer hombre). En los últimos años, Venecia se ha vuelto un segundo hogar para Hollywood, y un trampolín para los Oscar. Pero el filme no parece tener gasolina suficiente para tamaño viaje. Y eso que su final regala al fin cierta magia. Aunque demasiado tarde. El único gran salto de la humanidad, este miércoles, fue para marcharse de la sala.


El hijo que el Estado devolvió muerto

La película ‘Sulla mia pelle’ reconstruye en Venecia los últimos días de Stefano Cucchi, un joven que falleció en la cárcel días después de sufrir la paliza de unos policías

Tommaso Koch – EL PAIS (30 de agosto de 2018)

Sulla mia pelle
Un fotograma de Sulla mia pelle

Venecia – Giovanni Cucchi vio a su hijo Stefano por última vez en la sala de un tribunal. Le miró, y descubrió los tremendos moratones en su cara. “¿Qué te han hecho?”, le preguntó. “Abrázame, papá”, respondió el joven, antes de que se lo llevaran esposado, acusado de posesión y venta de droga. Hacia la cárcel, cierto. Pero, al menos, el Estado se haría cargo de él hasta el proceso, previsto un mes después. Sin embargo, el juicio nunca se celebró. Durante seis días, Stefano Cucchi cambió distintos calabozos y hospitales. Rebotado de un lado a otro, pese a sus heridas, su epilepsia y a dos vértebras rotas por la paliza que le propinaron los agentes que le detuvieron, según la última investigación judicial. Su familia nunca pudo visitarle, ni saber cómo estaba. Preguntó, insistió, nadie quiso contestar o atenderles. Finalmente, la noche entre el 21 y el 22 de octubre de 2009, el cuerpo de este joven romano, aparejador y toxicómano, dijo basta. Su padre, su madre y su hermana lo descubrieron a través de una escueta notificación de la autopsia. Un simple papel, para decir que Stefano nunca volvería, que las autoridades que se lo habían llevado ahora lo devolvían muerto.

“Una historia que muchos querrían acallar se podrá ver en 190 países”, se enorgullece Ilaria Cucchi, hermana de Stefano, en conversación telefónica con EL PAÍS. Pero, antes de su estreno en Netflix, el 12 de septiembre, Sulla mia pelle (Sobre mi piel) debuta en el festival de Venecia. La película reconstruye el final del joven, basándose en más de 10.000 folios de actas judiciales y en los muchos encuentros de la producción con la familia Cucchi. Y está lista para levantar casi tantas polémicas como el caso, que desde hace 10 años ocupa los periódicos y los juzgados italianos.

“El chico al que mató el Estado”, lo resume La Repubblica, en un artículo sobre el filme. “Unas 140 personas tuvieron algún contacto con Stefano en esos días. ¿Cómo es posible que nadie viera lo que le había pasado?”, denuncia al mismo diario el director de la película, Alessio Cremonini. Cucchi inventó que sus heridas se debían a una caída por las escaleras, desconfiado de que denunciar la verdad sirviera de algo. Salvo alguno que insistió, pero se rindió, sus interlocutores dieron por buena su versión. “¿Cuándo dejaréis de decir esa gilipollez de las escaleras?”, le suelta un policía en el filme. “Cuando las escaleras dejen de pegarnos”, responde él.

Una década después, el veredicto científico sobre las causas de la muerte de Cucchi aún no tiene una conclusión consensuada. Pero los tribunales sí han intentado establecer la verdad. Un primer juicio acabó absolviendo a los médicos y agentes imputados. Pero la confesión de un testigo, el año pasado, produjo un vuelco: cinco carabinieri están ahora sentados frente al juez, acusados de homicidio preterintencional –cuando el agresor quiere provocar lesiones pero acaba causando la muerte–, abuso de poder y falsos testimonios.

“Además de la búsqueda de la justicia, que al fin parece bien encaminada, siempre me queda la duda de saber cómo estaba, qué pensaba en esos momentos”, añade Ilaria Cucchi. Sulla mia pelle trata de llenar ese hueco: pretende mostrar cómo vivió Stefano Cucchi sus últimos días, desde que le detuvieron con 20 gramos de hachís y tres bolsitas de cocaína, hasta que su corazón se paró. Para ello, cuenta con un protagonista extraordinario. Alessandro Borghi, uno de los talentos más prometedores del cine italiano, adelgazó 18 kilos en menos de tres meses para ser Stefano Cucchi. Se metió tanto en el personaje que no lograba abandonarlo, y durante un mes vivió solo por y para el rodaje. “Es igual que él. Y transmite la sensación de angustia que él viviría”, le aplaude Ilaria Cucchi.

He aquí el principal logro de la película: a base de primeros planos, colores oscuros y la interpretación de Borghi, la pantalla incomoda constantemente al espectador y le abofetea con la progresiva destrucción del protagonista. Solo y agonizante, sin saber por qué su familia o su abogado nunca acudieron a verle. Los méritos del filme rescatan incluso un planteamiento inicial demasiado banalizado hacia el bueno contra malos. Además, la película recuerda que Stefano Cucchi había recibido tratamiento por drogadicción varias veces, que en su casa hallaron un kilo de hachís y su hermana afirma: “Stefano era un chico maravilloso y un hermano ideal. Tenía una fragilidad que le llevó a cometer un error que le costó la vida”.

A la vez, Ilaria Cucchi dedica el filme a Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia, líder de la Liga Norte, y defensor de que la policía emplee ciertos límites de violencia, si es necesaria. Y agrega: “Pedirle al Estado que se juzgue a sí mismo es lo más difícil que hay. Se le ha hecho más el proceso al muerto”. Mientras la justicia avanza, el estreno del filme en Netflix llevará el caso al mundo entero. Stefano Cucchi murió solo. Su recuerdo puede alcanzar millones de pantallas.

La gran ocasión de Netflix

Ni siquiera hace falta el nombre completo. Basta con una colosal N roja para proyectar el mensaje. La vieron ayer los espectadores, al empezar el filme Sulla mia pelle, que abría la sección Horizontes. Y volverá a aparecer hasta en cinco ocasiones en el festival de Venecia. Porque Netflix, el coloso audiovisual del streaming, ya está en 190 países, 130 millones de hogares y en las listas de las mejores series del mundo. Pero ha escogido esta Mostra para ganarse el amor del cine, que le critica por sus estrenos simultáneos online y en las salas y su cuestionable producción fílmica hasta la fecha.

La elección, en realidad, es relativa. Tanto Roma, de Alfonso Cuarón, como Al otro lado del viento, obra inacabada de Orson Welles, iban a Cannes. La hostilidad con el certamen, sin embargo, trasladó su estreno a Venecia. Se suman, en la competición oficial, The Ballad of Buster Scruggs, de los hermanos Coen, y 22 July, de Paul Greengrass. Y, fuera del concurso, They’ll Love Me When I’m Dead, documental sobre Welles.


Damien Chazelle inaugura la Mostra de Venecia sin entusiasmar

El biopic sobre Neil Armstrong, «El primer hombre», protagonizado por Ryan Gosling, era una de las grandes favoritas para llevarse el galardón estrella del festival

Ángel Gómez Fuentes – ABC (30 de agosto de 2018)

Ryan Gosling, Claire Foy y Damien Chazelle
El actor canadiense Ryan Gosling, la actriz británica Claire Foy , y el director estadounidense Damien Chazelle

Se ha inaugurado el 75º Festival de Venecia, edición que sobre el cartel se considera que puede ser la mejor de todas, con la proyección de una de las películas más esperadas: «First Man (El primer hombre)», el biopic sobre Neil Armstrong, con interpretación de Ryan Gosling, en la legendaria misión del Apolo XI en la conquista de la Luna. Es la cuarta película dirigida por Damien Chazelle, de 33 años, que ya triunfó en Venecia en el 2016 con el musical «La La Land», también con Gosling como protagonista, que ganó seis Oscars. En el reparto destaca también Claire Foy, famosa por su papel como reina Isabel II en The Crown, que ahora hace una excelente interpretación de la mujer de Neil Armstrong.

La aventura del Apolo XI apasionó a la humanidad, pero el relato de la odisea en «First Man (El primer hombre)» no emociona. Se esperaba más de esta película de Chazelle, que se anunciaba como una de las grandes aspirantes al León de Oro. Está por ver, porque ha dejado algo frío el ambiente de la Mostra. Se justificaban las grandes expectativas que el film había creado teniendo en cuenta además que el productor ejecutivo es Steven Spielberg, gran amante de las sagas espaciales.

Técnicamente con aciertos, «First Man (El primer hombre)» es una aventura espacial equiparable a otras películas épicas de nuestro tiempo. Seguramente suscitará interés en el público, porque, como ha explicado Damien Chazelle, dos o tres generaciones han crecido «con la imágenes icónicas de la llegada del hombre a la Luna».

Se sabe el final el final de la odisea, la conquista de la luna, pero el desafío para el director era mantener el suspense. Damien Chazelle lo consigue concentrándose en los años 1961-1969, años en los que Estados Unidos decide ganar la carrera espacial a la desaparecida Unión Soviética, poniendo en práctica el programa Gemini y después el Apolo… La película ambienta bien esa época, la dinámica que viven las familias de los astronautas y sus grandes sacrificios, así como los riesgos que han pasado, a veces con final trágico, como el que se recuerda en el film: la muerte de los tres tripulantes del Apolo 1 a consecuencia de un incendio en el módulo del comando durante un ensayo en Cabo Cañaveral.

Sobre el viaje y la histórica llegada del hombre a la Luna, cuyo 49 aniversario se celebró el 20 de julio, hay muy pocas imágenes, salvo un directo de televisión en blanco y negro con imágenes granulosas que han quedado grabadas para siempre en varias generaciones, al igual que la frase de Armstrong: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad».

«Aquellas imágenes –cuenta Damien Chazelle– las hemos utilizado como punto de referencia para reconstruir cómo podía ser realmente la escena y lo que se podía sentir. Hemos intentado hacerlo ver de tal forma que el espectador se sienta en la misma Luna». En efecto, la imagen borrosa de la primera huella de Armstrong en la Luna y sus primeros pasos se transforman, gracias a una realidad virtual, en imágenes que hacen sentir al espectador ver cómo fueron realmente esos primeros pasos.

Para Ryan Gosling, quien tuvo que aprender a pilotar, el desafío fue interpretar a un personaje legendario como Neil Armstrong, fallecido en el 2012, que hablaba poco, muy celoso de su privacidad y al que no le gustaba mostrar sus emociones. «Neil era extraordinariamente humilde, intentaba no ser el centro de atención. No creo que él se considerase un héroe. Hemos querido mostrar ese auténtico Neil», dijo el actor.

Ryan Gosling estuvo con la hermana de Neil Armstrong, June, en la casa en que nacieron, en Wapakoneta, un pueblo del estado norteamericano de Ohio. Conoció también a los hijos y la exmujer del astronauta, Janet, interpretada por Claire Foy, que le ayudaron a conocer mejor al personaje.

Visto con la perspectiva de hoy, casi medio siglo después, aquella aventura adquiere sin duda una dimensión especial: «Lograron alcanzar la Luna antes de los computadores modernos, en astronaves espartanas alimentadas con menos de lo que hoy alimenta los teléfonos móviles. Nada que ver con las actuales, en las que los astronautas viven y trabajan», ha explicado Damien Chazelle. Para Ryan Gosling la historia le ha servido a comprender mejor la Tierra: «En órbita no hay países ni fronteras, el mundo es nuestra casa».


Vanessa Redgrave: «Europa no entiende la realidad de ser una mujer que pierde a su hijo en el mar»

La actriz ha recibido el León de Oro a la carrera en la ceremonia de inauguración de la 75ª Mostra de cine de Venecia

Ángel Gómez Fuentes – ABC (30 de agosto de 2018)

Vanessa Redgrave
Vanessa Redgrave

Vanessa Redgrave ha recibido el León de Oro a la carrera en la ceremonia de inauguración de la 75ª Mostra de cine de Venecia. Hija de actores, hermana de actores, casada con cineastas (Tony Richardson y Franco Nero), madre de actores (Natasha y Joely Richardson), Vanessa Redgrave es una de las más grandes actrices de su generación, de gran sensibilidad e infinitos matices, interpretando personajes a veces complejos y controvertidos. Ha llegado a marcar a muchas actrices. Adquirió resonancia internacional con «Blow-Up», dirigida por Michelangelo Antonioni. Consiguió un Oscar en 1977 por su papel secundario en «Julia», junto a Jane Fonda, a su vez premiada también el pasado año en Venecia con el León de oro a la carrera junto a Robert Redford. Tras las películas de su larga filmografía se pueden citar «Isadora» (1968), «Maria reina de Escocia» (1971), «Las bostonianas» (1984), «Regreso a Howars End» (1992), dirigida por James Ivory en la que interpreta una mujer victoria, todas señaladas con una candidatura al Oscar.

Protagonista de muchas batallas

En la gran tradición de actores ingleses, Vanessa Redgrave ha sido un símbolo nacional. Ha sido también un personaje “indomable”, con un espíritu crítico enmarcado al principio en la izquierda revolucionaria. Después fue protagonista en batallas políticas, sociales y ecológicas. Vanessa Redgrave continúa con ese espíritu rebelde, como reflejó en rueda de prensa, al afirmar que «sentía rabia dentro» y atacando a los países europeos: «Han perdido la comprensión de la realidad. No son capaces de pensar en la realidad de ser prófugo, de ser una mujer que pierde a su hijo en el mar». Recordó la actriz cuando siendo niña fue evacuada porque se temía una invasión de la Alemania nazi, recuerdos que aprovechó para pronunciarse a favor de la inmigración: «Yo me preguntó por qué los gobiernos no dicen hoy a la gente que se debe proteger y ayudar a los refugiados, que es un deber nacional». Especialmente dura se mostró contra el gobierno de su país: «No entiende nada, va contra la ley, hace cosas que avergüenzan a una persona».