Se cumple medio siglo del momento en que jóvenes directores como Truffaut, Polanski, Godard, Lelouch o Malle lograron cerrar el certamen
Gregorio Belinchón – EL PAIS (12 de mayo de 2018)
Cannes – Sábado, 18 de mayo de 1968. A las diez de la mañana, en una rueda de prensa en el teatro Jean Cocteau, en el viejo Palais de la Croisette, Jean-Luc Godard y François Truffaut encabezan a un nutrido número de representantes del nuevo cine francés. Piden que cese el festival de Cannes, ya que en el resto de Francia hay manifestaciones de estudiantes y obreros, revueltas callejeras, y en una hora pararán las fábricas. Los trenes ya no circulan. “El metro y los autobuses serán los siguientes. Por eso, que prosiga continuando el certamen es ridículo”, dice Truffaut. Godard es más duro: “Nosotros hablamos de solidaridad con estudiantes y trabajadores, y vosotros de primeros planos o tiros de cámara. Sois unos gilipollas”. No están solos. Forman parte del Comité en Defensa de la Cinemateca que se creó el anterior febrero para mantener al mítico Henry Langlois como director de la Filmoteca, cosa que habían logrado. Con ellos aparecen Claude Berri, Claude Lelouch, Jean-Claude Carrière, Milos Forman, la actriz Macha Méril y se les unen Roman Polanski y Louis Malle, miembros del jurado.
La situación se complica por horas. Malle, Polanski, Monica Vitti y Terence Young renuncian a ser jurados. El recientemente fallecido Milos Forman saca de la competición su ¡Al fuego, bomberos!. El director del certamen, Robert Favre Le Bret, asegura: “Clausuraremos el festival mañana al mediodía”. Solo queda por tanto una proyección, la de Peppermint Frappé, de Carlos Saura.
Pero Saura, acompañado de la entonces su pareja y protagonista de la película, Geraldine Chaplin, tampoco quiere que se vea su filme. Aun así, comienza la proyección, Saura y Chaplin se se cuelgan del telón para que no se abra, la cortina se rasga, Llega el tumulto y los golpes. Carlos Saura ha declinado hablar para EL PAÍS sobre aquellas jornadas.
Al día siguiente, Cannes 1968 acabó abruptamente por orden de sus responsables, y se castigó a Truffaut, al que la organización declara persona non grata (no, Lars Von Trier no ha sido el primero en soportar tal honor). Aún quedaban cinco días de proyecciones y solo se vieron 11 de los 28 largometrajes en competición. Ni hubo palmarés.
Con el tiempo, Truffaut reconoció que podía haber manejado la situación mejor, “pero con Francia absolutamente parada, aquello era ridículo”. Y no se arrepintió de aquel arrebato de solidaridad con los manifestantes. Quien también reflexionó sobre los acontecimientos fue Polanski. “Ni Sharon [Tate, su musa y esposa] ni yo intuimos la inminencia de la revolución”, cuenta en Memorias. “Me parecía totalmente absurdo interrumpir un festival por el mero hecho de ser un símbolo elitista y capitalista”. Cuenta que Vitti dudó y que Young explicó que lo hacía en solidaridad con los técnicos franceses, con los que trabajaba habitualmente ya que vivía en Francia. “El público en general, al que decían representar, ni se había enterado”, de ahí la turbamulta de la proyección de Peppermint Frappé. “Yo por una vez estuve al lado de la URSS. El miembro soviético del jurado, el poeta Vsevolod Rozhdestvensky, consideró tan atroz la idea de anular el festival que incluso se negó a asistir a la reunión de emergencia del jurado”. Para el polaco, Truffaut, Lelouch o Godard eran gatitos jugando a ser revolucionarios, y yo procedía de un país donde esas cosas ocurrían de forma muy seria”.
En junio de 1968 se creó la Sociedad de Realizadores de Filmes, en la que se congregaron 180 directores para imponer ciertas reformas a la organización del festival de Cannes. Fracasaron, pero crearon en la siguiente edición la Quincena de Realizadores. ¿Y Godard? Pues justo medio siglo después se proyecta su nuevo trabajo, Le livre d’image, una pieza en la que prosigue su experimentación audiovisual y que los organizadores actuales del certamen han proyectado con alborozo en la competición. El suizo no estará en Cannes, aunque promete atender la rueda de prensa hoy vía telemática.
En el festival de Cannes de 2008 se proyectó por fin Peppermint Frappé. Saura no acudió por culpa de una neumonía, y le representó su hijo Antonio Saura. “Fue la única vez que he visto a mi padre enfermo”, rememora el productor. Al menos Peppermint Frappé se vio entera.