Hay películas que contienen un momento especial, una secuencia mágica e inolvidable. Hay películas que se pueden considerar como una Obra Maestra y además incluyen ese momento especial, mágico, definitivo. Hoy voy a recordar uno de esos momentos que pertenece a una película de calidad excepcional: el ‘Big Dream’ de la película THE THING CALLED LOVE (Esa Cosa Llamada Amor).
La cinta de Bogdanovich contiene momentos singularmente interesantes para el aficionado, casi todas las secuencias aportan un nivel de lectura múltiple. Podemos citar esa forma peculiar de ver una película, que no es otra que EL HOMBRE QUE MATO A LIBERTY BALANCE, o… Pero me quedo con ese momento, con el ‘Big Dream’
Samantha Mathis, Miranda Presley (‘sin relación’ como ella misma decía), ha abandonado su sueño: ser cantante country y triunfar en Nashville. Se ha ido de la ciudad, pero durante el trayecto medita, reflexiona y finalmente cambia de opinión. Desciende del autobús que la traslada, entra en un café de carretera y allí comienza a escribir esa canción que puede justificar una vida.
De nuevo en la carretera pero esta vez de vuelta a Nashville, de vuelta al Café donde una vez a la semana pueden cantar en público quienes han superado una prueba previa… La actuación ha comenzado, Miranda no ha hecho su prueba esta vez, no la ha pasado nunca hasta la fecha; pero pide que la dejen interpretar una canción. La dueña del local, su amiga, accede.
Samantha se sienta en la silla con su guitarra abre el papel donde se encuentra la letra y música de su composición. La presenta sencillamente con ‘Esto es algo nuevo’ y suenan los primeros acordes de guitarra previos a la interpretación. El reloj se para, por un momento todo en el mundo deja de tener importancia y el espectador comprende que al final los sueños pueden convertirse en realidad si estamos dispuestos a pagar el precio necesario y el esfuerzo requerido.
Big Dream, una canción que nos dice que una mujer se enfrenta desnuda al mundo para dar lo mejor de ella, una canción que nos dice que Dios podría ser una mujer, una canción que aunque no entendamos su letra comprendemos, sentimos y valoramos como lo que es: la realización de ese Gran Sueño que todos tenemos, sentimos, anhelamos, necesitamos y soñamos, despiertos y también dormidos.
Por supuesto el nunca suficientemente bien ponderado talento de Samantha Mathis que no sólo es capaz de cantar la canción con magistral perfección, sino que además la interpreta con todo el sentimiento, con toda la necesidad, con toda la pasión que ese momento vital requiere.
Poco importa que el aplauso sea conmovedor, que los fantasmas personales de la protagonista hayan desaparecido, que la canción pase a la vitrina de los momentos memorables del local, de la historia en definitiva. El momento se ha consumado, la perfección ha existido, el momento mágico ha tenido lugar aunque solo haya sido dos minutos. Ya nada podrá ser como antes.
Sería incapaz de decirles las veces que he visto esta secuencia, las veces que escuchado esta canción. Lo que si les puedo asegurar es que es un autentico deleite, un placer indescriptible y una razón para creer que el cine, además de un negocio muy lucrativo, es un arte, un medio que nos hace amar la vida, tal y como la aman algunos de los personajes que muy de tarde en tarde aparecen por una pantalla.
‘Big Dream’ un momento mágico de una película tan excepcional como imperecedera, ‘Big Dream’, el gran sueño que en el caso de Samantha (Miranda) era una canción, un momento, un fin, una meta.
¿En su caso cuál sería el ‘Big Dream’? No espero una respuesta, únicamente su personal reflexión interna.
© Carlos Infante, 1993, 2002
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