Autor junto a su hermano Paolo de una quincena de películas esenciales, entre las que destaca ‘Padre Padrone’, ha fallecido a los 88 años
Lorena Pacho – EL PAIS (15 de abril de 2018)
Roma – Con la muerte de Vittorio Taviani en Roma, a los 88 años, uno de los dúos más emblemáticos de la historia artística italiana se queda cojo. Junto su hermano Paolo, del que prácticamente nunca se separó, fue uno de los directores más importantes y queridos del cine del país transalpino. A lo largo de su dilatada y prolífica trayectoria rodaron una quincena de largometrajes esenciales que ya son parte de los anales del séptimo arte. Cada proyecto lo creaban a cuatro manos inspirados por historias que leían en los periódicos o argumentos que salían en sus largas conversaciones, pero a la hora de llevarlo a la práctica, se dividían las escenas para dirigirlas. “Mientras uno rueda, el otro se calla” era su fórmula maestra.
Padre Padrone fue una de sus obras insignia. Cuenta la historia de un joven pastor que se rebela contra el despotismo de su padre que no le permitía asistir a la escuela en la Cerdeña de los años 40. Con ella les llegó la Palma de Oro del Festival de Cannes y el éxito internacional. Primero encontraron el relato en un diario local y después leyeron el libro autobiográfico de Gavino Ledda, que finalmente se había formado de manera autodidacta y había conseguido ir a la universidad. Cuando se conoció la noticia de la muerte de Vittorio en Roma, a los 88 años, Ledda recordó su faceta humana en declaraciones a la prensa local. “Poco después de que se estrenara la película en Roma yo me encontré mal y le llamé. Él y Paolo fueron inmediatamente a mi hotel y llevaron a un médico; estuvo conmigo hasta que me recuperé. En este detalle insignificante está toda la humanidad y el altruismo de Vittorio”.
Las condolencias y los mensajes de recuerdo desde todos los ámbitos no cesaron durante todo el día. El presidente de la República, Sergio Mattarella, también evocó el lado “generoso, reservado y afable” del cineasta y destacó la “fecunda asociación, humana y artística, que junto a su hermano Paolo ha producido obras maestras inolvidables, en las que una suma estilística de extremo refinamiento y de alta poesía, siempre se ha conjugado con un fuerte sentimiento de pasión civil”.
Los hermanos crearon un universo propio fácil de reconocer con una narración lúcida e hilada escrupulosamente. A finales de los 60 comenzaron a destacar por su capacidad para llevar a la gran pantalla temas cargados de compromiso social y denuncia política, cuidando la forma, con un relato poético y literario.
Historia del cine
Los maestros Taviani empezaron en el cine cuando todavía vivían los Lumière, y después de más de medio siglo estos titanes del cine italiano aún seguían demostrando su pulso para conquistar al público y a la crítica. En 2012, tras algunos altibajos volvieron al camino de la gloria internacional con César debe morir, que Vittorio firmó con 83 años y con la que se llevaron el Oso de Oro en Berlín. En la cinta cuentan la singular y compasiva historia de los reclusos de la cárcel romana de Rebibbia, muchos de ellos antiguos sicarios de la mafia, mientras preparan la puesta en escena de la obra Julio Cesar de Shakespeare.
Vittorio nació en 1929, dos años antes que su hermano, en la localidad toscana de San Miniato, en la provincia de Pisa, donde fue a la universidad junto a su siempre inseparable Paolo –Marcello Mastroiani, a quien dirigieron en Allonsanfan en 1974, se refería a ellos como si fueran uno solo, “Paolovittorio”– para estudiar derecho. Hijos de un abogado antifascista, ambos abandonaron las clases para dedicarse íntegramente al cine. Siempre apegados al terruño, su primer proyecto fue precisamente, el cortometraje San Miniato, luglio 44’ en el que cuentan la masacre cometida por los nazis en el pueblo durante la Segunda Guerra Mundial. Después de dirigir varios documentales llevaron a la gran pantalla, junto a Valentino Orfini, Un uomo da bruciare en 1962 , basado en la historia de un sindicalista asesinado por la mafia, Valentino Orfini. Película con gran trasfondo moral que ganó el premio de la crítica en la Mostra de Venecia.
La primera película que rodaron juntos fue I sovversivi en 1967, que contaba el partido comunista después de la muerte de Palmiro Togliatti. Más tarde llegó otro gran éxito: La noche de San Lorenzo, que relata la historia dramática de los habitantes del pueblo natal de los directores, ocupado por las tropas alemanas, al final de la Segunda Guerra Mundial. La cinta se grabó en 1982 y con ella, los hermanos consiguieron el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes. La crítica empezó a utilizar la expresión “realismo mágico” para definir el estilo de los Taviani en este largometraje conmovedor sobre la esperanza y contra todas las guerras.