Perdidos en La Mancha

Quién es la Justicia para imponerse a una doble maldición, la de Gilliam y la que supone ver películas en esta edición caótica

Oti Rodríguez Marchante – ABC (10 de mayo de 2018)

Dice la Justicia francesa que sí, que se podrá ver «El hombre que mató a Don Quijote» en esta edición del Festival de Cannes. Yo no estaría tan seguro: quién es la Justicia francesa para imponerse a una doble maldición, la que ya trae encima esta película desde hace casi veinte años (y que recogía parte del gafe de aquel otro «Quijote» que volvió loco a Orson Welles, el primero de la lista de los directores malditos, en la que también cabría, por ejemplo, Michael Cimino y, más cerca, Juanma Bajo Ulloa) y la propia maldición que supone el ver películas en esta edición caótica del Festival de Cannes.

Con Terry Gilliam, del que se decía que acababa de sufrir un derrame cerebral (luego desmentido), con todo lo que lleva a cuestas de cambios de financiación, cambios de actores, algunos de ellos ya fallecidos, con la mala situación en la que queda su coproductor fallido Paulo Branco al interponer la querella y con la negativa de Amazon a ser su distribuidora americana… Hay tal macedonia alrededor de esta película que lo mejor que podría hacer el Festival de Cannes es tener a mano, por si acaso, el documental «Perdidos en La Mancha», que rodaron en 2002 Keith Fulton y Louis Pepe sobre el arranque del proyecto que no culminó Terry Gilliam con Jean Rochefort ni con Johnny Depp.

Diga lo que diga la Justicia francesa, en esta edición de Cannes del embargo y del «vuelva usted mañana» a las proyecciones, sería un milagro ver «El hombre que mató a Don Quijote», y los milagros en el cine, desde Dreyer, ya no son lo mismo.