La sobrina de Jane Fonda vivió una época dorada en la década de los noventa, trabajando con reputados directores
Astrid Meseguer – LA VANGUARDIA (11 de junio de 2018)
Barcelona – Nieta de Henry Fonda, hija de Peter, sobrina de la famosísima tía Jane y ahijada de Larry Hagman, el famoso J.R. de Dallas, Bridget Fonda llevaba el talento en sus venas y parecía destinada a seguir con la tradición familiar desde su más tierna infancia. Nacida en Los Ángeles el 27 de enero de 1964, fue criada por su madrastra tras la separación de sus padres cuando tenía 8 años. Tuvo poca relación con su familia y su primer contacto con la interpretación fue en una representación teatral en la escuela.
En el cine debutó como extra en la cinta de culto protagonizada y dirigida por su padre, Easy Rider: buscando mi destino (1969). A los 18 años se matriculó en la Universidad de Nueva York y combinaba sus estudios con las clases en el instituto de teatro y cine Lee Strasberg. Se presentó a los castings para el papel protagonista de películas conocidas de los ochenta como El lago azul, que acabó protagonizando Brooke Shields; la Sarah Connor de Terminator que recaería en Linda Hamilton; la Chris Parker de Aventuras en la gran ciudad que protagonizaría Elisabeth Shue o la Sarah Tobias de Acusados por la que se llevó el Oscar Jodie Foster.
Bridget tuvo que conformarse en sus inicios con aparecer en uno de los diez mini episodios que formaban la película Aria. Luego llegaría la comedia romántica You can’t hurry love en el papel de Peggy Kellogg; le seguirían la comedia juvenil Shag. Ritmo en los talones y el drama erótico Escándalo (El caso de Christine Keeler) (1989), basado en el caso Profumo, el escándalo sexual que hizo tambalear los cimientos del Reino Unido en 1963. Por su trabajo como Mandy Rice-Davies obtuvo una nominación a los Globos de Oro como mejor actriz de reparto.
Participó en la serie de televisión Nuevos policías, liderada por un jovencísimo Johnny Depp, y junto a Bruno Ganz intervino en Strapless, un drama de David Hare sobre dos hermanas que están a punto de conocer al hombre de sus sueños.
Con la llegada de los noventa, Bridget trabajó muchísimo y se convirtió en una cara conocida para el público que no dudó en formar parte de producciones de diversos géneros en un montón de títulos tanto cinematográficos como televisivos. La pudimos ver en historias de culto del cine fantástico como La resurrección de Frankenstein (1990), del maestro del terror de bajo presupuesto Roger Corman o El ejército de las tinieblas, de Sam Raimi (1992).
Francis Ford Coppola la fichó como una atractiva periodista en la tercera entrega de El padrino y acompañó a Michael J. Fox en la simpática comedia Doc Hollywood. Junto a Kyra Sedgwick, Matt Dillon y Campbell Scott formó parte del retrato dirigido por Cameron Crowe de un grupo de amigos veinteañeros que reside en un bloque de apartamentos de Seattle en Solteros, una de las primeras películas sobre la llamada generación X.
Sin embargo, su verdadero salto a la fama se lo proporcionó el thriller Mujer blanca soltera busca… (1992), de Barbet Schroeder, donde daba vida a Allie Jones, una joven que acaba de romper con su novio y busca a alguien que le haga compañía y comparta los gastos de su piso en Manhattan. La elegida era una chica interpretada por Jennifer Jason Leigh que había perdido a su hermana gemela y veía en la guapa y exitosa Allie un modelo a seguir hasta que su amistad se torna en una relación asfixiante y peligrosa.
El filme tuvo una gran acogida por parte del público y la crítica y propició que años más tarde, en 2005, se filmara una insufrible secuela sin el elenco anterior. Después de sufrir el acoso de su psicópata compañera de piso en la historia dirigida por Schrader, Bridget decidió mostrar su lado más salvaje y duro en La asesina, de John Badham, en la piel de Maggie, una criminal drogadicta que esquiva la muerte convirtiéndose en una máquina de matar al servicio del Estado.
El italiano Bernardo Bertolucci también la reclamó para formar parte de su Pequeño Buda (1993) con Keanu Reeves y el cantante Chris Isaak. Bajo la batuta de Alan Parker se codeó con Anthony Hopkins en la comedia El balneario de Battle Creek (1994) y en la empalagosa Te puede tocar a ti era una camarera con la que el policía encarnado por Nicolas Cage compartía un premio de lotería. Bridget logró que Russell Crowe se enamorase de ella durante un largo viaje en Hechizo en la ruta maya (1995) y participó en la fábula de poder y corrupción City Hall, con Al Pacino y John Cusack.
Además de Mujer blanca soltera busca…, otro de los filmes que le otorgaron prestigio fue en la Jackie Brown (1997), de Quentin Tarantino. Por aquel entonces no solía recibir propuestas interesantes y Bridget fue limitando su presencia a algunas colaboraciones especiales en series de televisión. La actriz no tuvo buen ojo para elegir sus proyectos y rechazó el papel principal de la abogada Ally McBeal, que podía haber dado un aire nuevo a su carrera.
Sus siguientes trabajos fueron totalmente ignorados: era víctima de un marido cruel con el rostro de Kiefer Sutherland en el thriller Atrapada, una imitadora de Marilyn Monroe en Graceland y una paleontóloga que intenta encontrar un letal cocodrilo gigante en Mandíbulas. Solo se salva de la quema Un plan sencillo, una película al estilo de Fargo en la que conoció a Danny Elfman, el encargado de poner música a la función y colaborador habitual de Tim Burton. En 2001 acompañó a Jet Li en El beso del dragón, una cinta en la que se ponía en la piel de una prostituta en peligro a la que ayuda el agente de inteligencia encarnado por el actor experto en artes marciales.
En 2003 sufrió un grave accidente de tráfico en Los Ángeles y un mes después contrajo matrimonio con Elfman. A raíz de entonces decidió emprender una vida nueva alejada de los focos para refugiarse en su nueva familia. Su última aparición como actriz había sido un año antes en la fantástica La reina de las nieves. Bridget vio colmado su deseo de ser madre con el nacimiento de su hijo Oliver en 2005 y en los últimos años tan solo se ha mostrado en público acompañando a su marido en algunos actos sociales. Por lo que parece, la actriz es feliz en su papel de esposa, madre y ama de casa y no tiene ninguna intención en regresar de nuevo al ajetreado ritmo de los sets de rodaje.
Antes de conocer a su marido, Fonda estuvo unida sentimentalmente a los actores Lee Drysdale (1986-1989); Eric Stolz (1990-1998) y Dwight Yoakam (1999-2001).