¿Qué fue de Sissy Spacek, la joven con poderes telequinéticos de ‘Carrie’?

La actriz texana nos aterrorizó en la película de culto de Brian de Palma que le brindó su primera nominación al Oscar

Astrid Meseguer – LA VANGUARDIA (2 de Julio de 2018)

Barcelona – Una de las películas de terror más famosas de la década de los setenta fue Carrie (1976), dirigida por Brian De Palma, uno de los autores más interesantes y prolíficos del nuevo cine de Hollywood en esa época. Basada en la novela homónima de Stephen King, la película encumbró a su protagonista, Sissy Spacek. A sus 26 años estaba increíble en el rol de una introvertida adolescente con una madre fanática religiosa que descubre que posee poderes telequinéticos que salen a la luz cuando le invade la ira.

Su personaje sufría las humillaciones más degradantes por parte de sus compañeros de instituto, desde la escena en la que le viene el periodo en la ducha, hasta la tragedia final que tenía lugar la noche del baile de graduación.

A Spacek, que supo otorgar de creíble vulnerabilidad a su Carrie a la vez que transmitía al espectador un miedo difícil de olvidar, le acompañaban en el reparto un jovencísimo John Travolta, William Katt (El gran héroe americano), Amy Irving y la veterana Piper Laurie, que hacía de la desequilibrada madre de la protagonista.

El filme tuvo un éxito total de taquilla y crítica recaudando cerca de 34 millones de dólares solo en Estados Unidos, además de convertirse en una de las películas más vistas en Halloween. En 1999 se hizo la secuela Carrie 2: La Ira que fue un rotundo fracaso y en 2013 se estrenó un olvidable remake a cargo de Kimberly Pierce (Boys don’t cry) protagonizado por Chloë Grace Moretz, Julianne Moore y Ansel Elgort.

Spacek no fue la primera opción de De Palma para encarnar a Carrie White, ya que pensaba que era demasiado mayor para encarnar a una adolescente y el realizador tenía en mente a Betsy Slade, una actriz que le había llamado la atención en el thriller dramático Terror en la playa (1973). Sin embargo, Sissy no se dio por vencida: se puso vaselina en el pelo, se enfundó un vestido azul claro que había llevado en la escuela y pasó perfectamente por una chica de 16 años. Su transformación convenció al director, que también había hecho pruebas para el papel a una desconocida Carrie Fisher, la futura princesa Leia.

Sissy fue nominada por su excelente trabajo al premio Oscar a la mejor actriz, algo inusual en la Academia en un género como el de terror. Al final se lo llevó Faye Dunaway por Network, pero su nombre ya era sinónimo de éxito y talento en la industria.

Sissy no era ninguna desconocida ya que había debutado en el cine en 1972 junto a Lee Marvin y Gene Hackman en el thriller Carne viva en el rol de una mujer vendida en la trata de blancas y posteriormente formó parte del elenco protagonista del drama rural de Terrence Malik Malas tierras (1973), al lado de Martin Sheen.

Su decisión de convertirse en artista la tomó tras un trágico episodio familiar, y es que su hermano Robbie falleció de leucemia en 1967 a los 17 años y Sissy no estaba dispuesta a desperdiciar el tiempo en el colegio para lograr sus propósitos. En una entrevista, la intérprete texana definió la muerte de su hermano como “el evento definitorio de toda mi vida”. Spacek se empeñó en labrarse una carrera primero como cantante, pero gracias al apoyo de su primo, el actor Rip Torn, acabó estudiando arte dramático en el Actor’s Studio y en el instituto Lee Strasberg de Nueva York.

Tras Carrie, su siguiente papel importante fue el de Quiero ser libre (1980), de Michael Apted, donde se ponía en la piel de la estrella de la música country Loretta Lynn. Su aplaudida actuación le proporcionó un palmarés que quitaba el hipo: Oscar a la mejor actriz, Globo de Oro, mejor interpretación femenina para los críticos de Nueva York, Los Ángeles, la Asociación de Críticos americanos y la National Board of Review. Sissy demostró también en este biopic que sabía cantar bien y estuvo nominada a un Grammy por su participación en la banda sonora.

Durante los ochenta inmortalizó su talento en varias producciones de prestigio y de diferentes géneros, tales como Desaparecido, de Costa-Gavras, en el papel de la esposa de un periodista norteamericano que desaparece en Chile tras el golpe de Estado de Pinochet. En esta película trabajó al lado de Jack Lemmon y logró su tercera mención a la estatuilla dorada; Cuando el río crece, con Mel Gibson, con la que obtuvo su cuarta nominación al Oscar; el drama psicológico Buenas noches, madre y Crímenes del corazón, donde compartía cámara con sus hermanas en la ficción Jessica Lange y Diane Keaton y acumuló su quinta opción a los Oscar como mejor actriz.

Tras El largo camino a casa (1990) y J.F.K: caso abierto (1991), el minucioso análisis sobre el asesinato de John Fitzgeral Kennedy dirigido por Oliver Stone, Sissy se alejó un tiempo de su profesión para dedicar más tiempo a su familia. Durante el rodaje de Malas tierras conoció al director de arte Jack Fisk, con el que se casó un año después y fueron padres de dos niñas: Schuyler y Madison.

La televisión ocupó luego un importante hueco en su agenda de trabajo e intervino en telefilmes como Una decisión propia, Derecho a la vida o Viejos muchachos, donde coincidió por tercera vez con Tommy Lee Jones. Regresó por todo lo alto a la gran pantalla con Aflicción (1997), de Paul Schrader y la conmovedora cinta de culto Una historia verdadera (1999), de David Lynch, encarnando a una mujer discapacitada.

Sissy ha logrado el equilibrio perfecto entre su vida profesional y privada

Sissy Spacek en la premiere de la serie original de Netflix ‘Bloodline’ en Nueva York en 2015

La entrada del nuevo siglo le brindó otro papel de peso, el de la profesora de música alternativa Ruth Fowler de En la habitación (2001), una mujer que se oponía a la relación amorosa entre su joven hijo (Nick Stahl) y una madre separada (Marisa tomei). Con esta interpretación logró su sexta nominación a los premios de la Academia.

Desde entonces, Sissy se ha reservado roles más discretos tanto en el cine como en la pequeña pantalla. Cabe destacar sus actuaciones en Nueve vidas, de Rodrigo García; En tierra de hombres, con Charlize Theron; The Ring 2; Criadas y señoras o la serie de Netflix Bloodline (2015-2017), donde ejercía de matriarca de una familia con problemas.

“Me encantaría trabajar con un director brillante”, dijo en una entrevista a The telegraph en 2015. “Como actriz amo explorar distintos personajes, porque de alguna forma es como explorarse a una misma”.

A sus 68 años, Spacek ha sacado jugo a unos cuantos personajes de su extensa filmografía y ha sabido equilibrar con suerte su vida personal con la profesional manteniéndose alejada de las fiestas desenfrenadas y las alfombras rojas de Hollywood. De sonrisa amable, pelo largo ondulado y un rostro jovial repleto de pecas, adora la tranquilidad familiar de su rancho en Virginia.

Por el momento no piensa retirarse de la industria y tiene pendiente de estreno este año junto a Robert Redford, Casey Affleck y Elisabeth Moss el thriller basado en hechos reales The old man and the gun, de David Lowery. En la actualidad está rodando la serie de TV fantástica Castle Rock, basada en algunas historias para no dormir de Stephen King, el mismo autor que la aupó a la fama gracias a uno de los personajes más aterradores y celebrados de la historia del cine del que se siente muy orgullosa.