Con su fallecimiento a los 98 años, desaparece el último realizador que fue candidato al Oscar en la década de los cincuenta
Gregorio Belinchón – EL PAIS (29 de abril de 2018)
Es difícil encontrar un director hoy en día con una obra tan ecléctica como la del realizador británico Michael Anderson, fallecido el miércoles a los 98 años, el último que quedaba de los candidatos al Oscar a mejor dirección de los años cincuenta. En su currículo están desde La vuelta al mundo en 80 días (1956) -por la que aspiró al Oscar-, a la mítica La fuga de Logan (1976), pasando por la adaptación de la novela de George Orwell 1984 (1956); la en su momento revolucionaria Las sandalias del pescador (1968); el excelente filme de suspense Sombras acusadoras (1958); Misterio en el barco perdido (1958) -con, ahí queda eso, Gary Cooper y Charlton Heston-; Luces de rebeldía (1959) -un thriller sobre el IRA con James Cagney-; Sombras de sospecha (1961) -la última película de Cooper, que falleció antes de su estreno-; la espectacular Operación Crossbow (1965); Conspiración en Berlín (1966), ejemplar compendio del cine de espías de los años sesenta, Orca, la ballena asesina (1977)… Se mantuvo activo hasta el cambio de siglo, ya que en los años noventa dirigió para la pequeña pantalla El lobo de mar, 20.000 leguas de viaje submarino o Capitanes intrépidos. Su último trabajo para la gran pantalla fue Pinocho y Gepetto (1999), protagonizada por Martin Landau y Udo Kier, cerrando así casi siete décadas de trabajo.
Su fallecimiento se debió a un infarto de miocardio en su casa en Canadá el miércoles, pero su familia no anunció el óbito hasta ayer sábado.
Anderson nació en Londres en 1920, hijo de dos actores teatrales. Su tía abuela, Mary Anderson, nacida en Kentucky, es considerada la primera gran actriz estadounidense shakesperiana. Por toda esa influencia, Michael Anderson trabajó primero como actor y después como ayudante de dirección durante los años cuarenta hasta que debutó como responsable detrás de las cámaras en 1949 con Private Angelo, filme coescrito y codirigido por Peter Ustinov. Como muchos de los realizadores de su generación firmó sus películas más interesantes y acabadas en el período de prosperidad que los años cincuenta significaron para la industria cinematográfica británica. Su drama bélico The Dam Busters (1955), con Richard Todd y Michael Redgrave, llamó la atención del público y la crítica, cimentando su fama de competente realizador comercial. Según el British Film Institute, es uno de los mejores largometrajes británicos del siglo XX.
Reclamado por Hollywood, su primer trabajo, La vuelta al mundo en 80 días (1956), -rodado justo después de terminar 1984- estuvo subordinado al verdadero urdidor de este taquillazo, el productor Michael Todd, el hombre que solo hizo una película, esta, por la que ganó el Oscar a mejor largometraje y el cineasta que creó el término cameo. Todd, marido de Elizabeth Taylor, falleció en un accidente de aviación dos años después de su éxito. Anderson entró al inicio del rodaje a sustituir al primer director, John Farrow, y curiosamente su primera secuencia fue la de la corrida de toros en la plaza de Chinchón (Madrid).
Durante toda su carrera, Anderson cimentó una fama de realizador competente, capaz de trabajar en cualquier género, y dirigió a todos los grandes actores británicos. Hablaba de forma fluida francés, inglés, alemán e italiano, y vivió tanto en Europa como en Norteamérica. A Anderson le han sobrevivido su tercera esposa, la actriz Adrianne Ellis, su hijo Michael Anderson junior (intérprete de larga carrera), y varios hijastros, entre los que está la también actriz Laurie Holden (The Walking Dead, The Americans).